Fenrir rogó de rodillas con el corazón en la mano. Bill accedió, vencido por las dos armas más poderosas del mundo: el amor y la compasión. Accedió inmerso en un caos emocional causado por los azotes de las múltiples experiencias sufridas esa noche; padecer en propia piel las pesadillas de su alfa, el temor a su ira desatada, la determinación por rechazarlo, la lucha contra su instinto y, por último, la pena por verlo sinceramente arrepentido y rendido a sus pies. Después de aceptar volver a su infierno para no dejarlo solo en la condena eterna, le recibió con los brazos abiertos y lo consoló.
Esa noche fue otro punto de inflexión en su relación. La alegría contenida de las pretéritas semanas, la emoción vergonzosa de sentir crecer un sentimiento, el anhelo y la necesidad, saberse amado y correspondido, la expectación por atender su celo... Todo aquello quedó relegado a un segundo plano. Lo vivido había dejado huella, una impronta pesada y oscura que de vez en cuando empañaba de tristeza su mirada, acudiendo fácil la lágrima a mostrar el dolor que desbordaba por sus ojos, por no caber en su corazón. La vida con su alfa era un lienzo desdibujado, pintado a brocha gorda con paleta de grises desteñidos, de trazo torpe y violento, imprevisible y abstracto en su forma y resultado final.
Ese era su futuro incierto, llevando a cuestas la frustración de verse incapaz de soltar el lastre de un amor dañino que los consumía a ambos. Por segunda vez, no se reconocía en el espejo. Cuántas veces criticó la cobardía de los omegas que rehusaban abandonar y denunciar a sus alfas, muchas más juzgando, y sin llegar a comprender cómo eran capaces de amar al artífice de su desgracia, un monstruo con piel de amante, ingenuos que creían en la palabra de su compañero y sus falsas promesas, que detrás de un te quiero se escondía el miedo latente a que algo les hiciera enfadar y surgiera ese monstruo que supuestamente no podían controlar.
¿Todos mentían? ¿Amaban de verdad? ¿Era sensato medirlos con la misma vara? ¿Alguno podría cambiar? ¿El descontrol del animal era razón suficiente para tener paciencia y comprender, esperar la luz al final del túnel?
Antes tenía todas las respuestas, ahora, observando su reflejo demacrado frente al espejo del baño, no.
Fenrir también había cambiado desde aquel día, Bill no sabría decir en qué. Lo adivinaba en su mirada seria y pensativa, en sus feromonas relajadas, su comportamiento comedido y la misma tristeza oculta bajo su expresión ausente. Largos ratos con la mirada perdida y el ceño junto, caricias laxas, amorosas, pero no fogosas. Breves vistazos a su cuerpo desnudo cuando coincidían para vestirse, mostrando más instinto de protección que de excitación.
Era la tercera vez consecutiva que su celo se retrasaba y la demora se había hecho más larga con cada celo. El desajuste comenzaba a ser significativo, pero lo que más le extrañó fue el retraso de Fenrir. Un mes desde aquella noche y sin signos de celo por parte de ninguno.
Quedaban demasiados temas pendientes que no encontraban ocasión de ser abordados como correspondía, bien porque Fenrir no daba pie a hablarlo, bien porque Bill se mantenía callado, siendo prudente y sumiso sin forzar la maquinaria.
—Te quiero...
Las declaraciones de amor de su alfa no recibían contestación, excepto un suspiro seguido de un beso. No era menester, el vínculo gritaba lo que su boca callaba, su unión era demasiado fuerte, tanto, que no supo si su imposibilidad de rechazarlo era debido a la compasión, al amor, o a lo mismo que los anteriores omegas; el poder dominante de un sangre pura.
Pomie demostró tener razón, le había irritado muchísimo su insistencia para ahora arrepentirse en lo más hondo de no haberle hecho caso cuando aún estaba a tiempo. Y cada vez que pensaba en esas cosas, un sentimiento agónico y la inmensa culpabilidad de pretender dejar desamparado a un hijo del dolor, cuyo resultado fue convertirse en ejecutor.
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IV En el corazón del lobo (Saga lobo)
Fanfiction✨Omegaverse Fenbill✨ Fenrir Greyback, apodado «El lobo infernal» es un alfa pura sangre perteneciente a la organización criminal más importante de Inglaterra. Despiadado y mortífero, no conoce la misericordia ni el perdón. Pero todo cambiará cuando...