6 - En lo bueno y en lo malo

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Bill abrió los ojos lentamente notando el peso caliente de un cuerpo reclinado sobre el suyo

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Bill abrió los ojos lentamente notando el peso caliente de un cuerpo reclinado sobre el suyo. El ambiente olía a azahar, inspiró embriagado por el dulce aroma pero la profunda inhalación le hizo marearse del hambre y la sed que padecía. No sabía ni en qué día vivía, solo que esa bestia olfateaba su cuello y acariciaba posesivo su cintura.

Aún tenía fresco el amargo recuerdo de ese alfa montándolo contra la pared, en el suelo, en las escaleras, en la mesa y en el arcón, pero nunca en brazos. En ningún momento se apiadó de sus heridas ni lo sostuvo contra su cuerpo. La monta fue tan brutal que le dolía horrores el esguince de tobillo y la clavícula, poco le había importado a ese animal tenerlo de pie y aguantando sus envites. Estaba sediento y hambriento, sucio y herido, cansado y adolorido. El Alfa solo se apiadó de su lamentable estado cuando se acabaron los preservativos, después salió del sótano y lo dejó tirado en el frío y duro suelo de hormigón.

—Tengo mucha sed... —murmuró ronco con los párpados entrecerrados.

El alfa se incorporó sentado en la cama y miró la hora en el móvil. El omega seguía oliendo deliciosamente bien por el celo, pero veintiocho horas de pura monta salvaje en su deplorable estado le había provocado un desmayo, así que se lo llevó a su habitación y contactó con el médico de confianza de su emollorica Underboss. 

—Bueno, no creo que un poco de agua te haga daño —le pasó una botella para que bebiera.

Bill intentó incorporarse entre quejidos, pero todos sus músculos protestaron entumecidos y desistió del intento. No podía mover el brazo y la mejilla desgarrada le ardía, seguía en celo y lubricando, aunque el cansancio era tan extremo que no albergaba fuerzas para contonear su trasero chorreante ni a una mosca. Miró a Fenrir sentado a su lado mientras bebía a sorbos y se maldijo internamente, ese alfa despiadado se había tomado al pie de letra la deuda y ahora lo usaría como pretexto para tenerlo sexualmente esclavizado.

"A qué mala hora me fijé en él. Siempre me pasa igual, qué mal gusto tengo para elegir a las personas. Si no le hubiera contestado como lo hice la noche de la despedida, tal vez se hubiera apiadado de mí un poquito, pero en lugar de eso, lo tengo aquí anclado a la cama y creyéndome suyo."

Mientras daba sorbos de agua, observó la espalda encorvada del alfa repleta de cicatrices, sus anchos hombros hundidos y la cara oculta mirando al suelo. Le rodeaba un aura oscura de soledad y abatimiento, pese a que desentonaba con sus feromonas de atracción y posesión. Las pocas fuerzas se le agotaron después de beber y cayó rendido de sueño.  Despertó de nuevo desorientado cuando oyó una voz ajena, por su olor supo que era un beta de buenas vibras que intentaba despertarlo con toquecitos en la mano.

—¡No lo toque!

—Tengo que tocarlo para examinarlo.

—Dele cuatro gritos y luego ya lo examina.

—Señor Greyback,  hágame el favor de retirarse y déjeme hacer mi  trabajo.

—Yo de aquí no me muevo.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora