✨Omegaverse Fenbill✨
Fenrir Greyback, apodado «El lobo infernal» es un alfa pura sangre perteneciente a la organización criminal más importante de Inglaterra. Despiadado y mortífero, no conoce la misericordia ni el perdón. Pero todo cambiará cuando...
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Toda la entereza, la ira, la agresividad, y el instinto que usaba para aplastar a sus compañeros, se disolvió en el acto cuando registró de lejos el aroma a madera chamuscada. Su entrepierna respingó furiosa por los meses de sequía y supo sin lugar a dudas que su omega estaba cerca.
—No me jodas…
—¡Eh, Greyback! Sin correr. Ven aquí que te ponga las esposas.
Fenrir se dejó hacer, mirando con impaciencia la puerta enrejada de metal que lo separaba de su omega. Entró en cuanto se lo permitieron y sus ojos buscaron desesperados una cabellera larga pelirroja, en lugar de eso, tomó asiento en uno de los cubículos, contemplando tras un cristal grueso su aspecto deplorable y desmejorado.
Hizo falta cinco largos y angustiosos meses de separación para darse plena cuenta de la profunda mella que la convivencia había dejado en su Omega. Ahora podía apreciar más claramente su piel palidecida, la acentuación de las arrugas, sus profundas ojeras o su cabello apagado de aspecto desaliñado. La chispa de vida desaparecida mucho antes de que él entrara en prisión, la luz de sus ojos y su sonrisa incandescente destruida tiempo atrás. El aura mortecina de quien se sabe que titila débil como la llama de una vela, amenazando con apagar su luz, le miraba con un brillo de anhelo; y a pesar del brillo celeste, parecía un muerto en vida, triste y demacrado.
—¿Qué haces aquí? —preguntó hosco el Alfa.
Bill pareció recobrar algo de vida al abrir los ojos, para después hundir su mirada en la inmensidad de su interior.
—Disculpa, no tuve en cuenta que tal vez no querrías verme. Perdona.
Se levantó del asiento colgándose la cartera y Fenrir se incorporó inmediatamente después, azorado.
—¡No me hagas caso! —Las manos esposadas en signo de plegaria hicieron el conato de tocarle, pero rectificó a tiempo recordando que un muro acristalado resistente se lo impedía—. Estar aquí me hace olvidarme de-de, olvida lo que he dicho, quédate. Es que no esperaba tu visita.
Bill tomó asiento de nuevo y torció una sonrisa desganada.
—¿Cómo estás?
Dijeron a la vez.
Ambos ampliaron sus sonrisas.
—Sobrevivo —respondió primero el alfa—. Nada bonito que contarte de aquí dentro.
—Ya… Ya me han dicho que no pierdes el tiempo en meterte en peleas.
—Que se viene bronca.
El omega soltó una risotada seca. —Pues precisamente quería verte para pedirte algo.
—Pide por esa boca. —Se encogió de hombros y después se desparramó en la silla, pretendiendo relajar la tensión—. Total, ¿Qué vas a pedirme? ¿Que no fume dentro de la celda? ¿Que deje las toallas sucias en el montón de la ropa blanca? ¿Que recoja las latas vacías de cerveza del patio? ¿Que limpie el lavabo de pelos después de afeitarme? ¿Que me coma el alpiste de la ensalada?