33 - Antinatural

154 14 24
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Omega, ¿Tú estás seguro?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Omega, ¿Tú estás seguro?

—Que sí, que sí. Nadie de mi familia tiene tatuajes. Soy el primogénito y debo dar ejemplo, jejeje…

—Entre lo de Carrow y ahora esto, llevas una semana movidita.

—¿Te pareció mal lo de Carrow? —Bill giró la cabeza lentamente para asestarle una mirada de advertencia, de esas que uno sabe que ha de ir con cuidado con lo que responde.

—¡No! —se apresuró a contestar sin asomo de duda—. Me parece cojonudo que le hayas dado una paliza; por mí, como si lo tiras por el barranco y me enseñas su cadáver con orgullo, pero-

—¡Este!

—¿¡Eh!? —Miró el carnero que su omega señalaba con el dedo—. Ummm, tendrán que tatuártelo en grande para que se aprecie bien el dibujo. —Supo que era una apreciación de lo más fútil cuando la sonrisa de Bill se ensanchó hasta arrugar los carrillos y asintió enérgicamente—. Esto va a costar un ojo de la cara-

—¿No dices que tu dinero es mío? Pues ale ¡Tch!

Algo que Fenrir se había callado era que arrancarle el colmillo o una garra a otro compañero, podría traducirse con la expulsión inmediata, el pago de una suma cuantiosa compensatoria o el ojo por ojo. Recibió una leve reprimenda porque era la primera vez que un omega de la organización  actuaba así, y básicamente por ser el Olieutenant. Sin embargo, a Fenrir le tocó aflojar una buena cantidad de libras a su trabajador a espaldas de Bill. Él no estaba orgulloso, sino que explotaba su pecho al hincharlo de tanto orgullo y felicidad que le otorgaba el saber de lo que era capaz su omega. Bill se estaba aclimatando poco a poco a la esencia de una mafia, y ahora se había visto arrastrado a aflojar más de quinientas libras porque su omega le había encontrado el gusto por los tatuajes cuando le hicieron la marca tenebrosa en el brazo.

—Tú mandas.

Aceptó de buen grado el beso y el abrazo de su omega mientras este daba saltitos de alegría. Bill no tenía más caprichos que el té, y Fenrir sospechaba que seguramente estuviera criado, ¿Qué podría negarle al padre de sus hijos y el artífice de su máxima felicidad? Absolutamente nada.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora