36 - Haciendo historia

183 14 22
                                    

—Mi Boss, ¿A qué se debe esta citación?

Bill también se preguntaba por qué le pedía reunión un sábado por la mañana, cuando lo que debería es seguir entrenando y prepararse para la pelea.

—El otro día nos despedimos con una conversación peliaguda en el aire y los ánimos agitados. Gusto de zanjar los asuntos en buenos términos.

—Bien, pues usted dirá.

—¿Cómo se encuentra?

El omega levantó ambas cejas y pestañeó sorprendido. —Eh... Bien. ¿Y usted?

—Mal, la congoja no me permite dormir por las noches, pero bueno —Chasqueó la lengua restándole importancia y continuó—. Quería saber en particular si usted reflexionó sobre mi opinión y qué piensa ahora.

—Opinión... —repitió con recelo.

—Que yo me sienta sumamente decepcionado por creer que tengo bajo mi mando a seres adultos funcionales y maduros, con todas sus neuronas trabajando en plenas capacidades, y que me encuentre con actos pueriles de graves carencias resolutivas, es meramente una apreciación de lo más personal. Puede que mi palabra sea ley, pero eso es debido a que entre mi opinión y la suya hay seis escalones de diferencia, por lo demás, es mi humilde opinión. La única razón por la cual me inmiscuyo, se debe a que ha cruzado el terreno personal hasta alcanzar el terreno de mi competencia. Por ello tendré en consideración lo que quiera decirme. Así pues... —le instó a que hablase agitando la mano.

—Emmm... Sobra decir que una vez en casa y rememorando con más calma, pues tenía sentido.

—No busco que me dé la razón.

—Pero en cierto modo la tiene.

—En cierto modo... —apuntilló con curiosidad.

—Solo hay un dato importante a tener en cuenta que los diferencia a ambos, y no es que esté enamorado de mi alfa, sino que Carrow no se arrepiente ni un poquito de lo que hizo, y en cambio, Fenrir sí. Carrow no solo no se arrepiente, sino que no quiere ser consciente de que está mal lo que hizo y sigue haciendo, mi alfa sabe que estuvo mal y se arrepiente. Es más, Carrow no quiere cambiar una coma de su asquerosa personalidad, y mi alfa hace lo que puede por mejorar un poquito cada día.

—Mmmm, interesante... —El Boss sonrió ladino y entrelazó las manos, acomodando sobre ellas el mentón—. ¿No hay nada que le apetezca contarme?

—¿Uhm?

—Algo... ¿Importante, significativo, digno de mención?

—¿Eing?

Lucius suspiró ruidoso mostrando una decepción aún mayor que la reflejada las veinticuatro horas del día.

—El Olieutenant peleará esta noche en Bandera verde y ni una mísera mención de-

—¡No puede ser! ¿Se lo ha dicho Fenrir?

—¡Por supuesto! Los acontecimientos importantes de nuestros acólitos también lo son para la Dark Brand.

—No creí que-

—Quiso mantenerlo en secreto porque todavía no le inspiramos confianza, lo comprendo. No obstante, hemos de ser forzosamente testigos visuales, pues es un acontecimiento histórico y será la sorpresa de la velada. En sus más de cincuenta años de historia, ningún omega o beta ha osado presentarse a una lucha reservada solo para la casta Alfa. Hará historia, William.

—Espero no defraudarlos.

—Tenga por seguro que no lo hará. El simple hecho de poder optar a competir ya es un triunfo. Conozco lo suficientemente bien a Greyback como para saber que, si él le permite presentarse, es porque tiene posibilidades de ganar. Y si por alguna de aquellas alberga dudas —arqueó las cejas ampliando su sonrisa socarrona—, recuerde que venció a un alfa.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora