✨Omegaverse Fenbill✨
Fenrir Greyback, apodado «El lobo infernal» es un alfa pura sangre perteneciente a la organización criminal más importante de Inglaterra. Despiadado y mortífero, no conoce la misericordia ni el perdón. Pero todo cambiará cuando...
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—Pues tú dirás…
—Permíteme que me presente; soy Don Tom Riddle, el Capo de la Camorra.
Bill se ahorró la humillante necesidad de quedarse boquiabierto e hizo el esfuerzo por no mover un músculo de la cara. A su mente se derrumbó un alud de pensamientos y preguntas, aunque todas ellas convergieron en la misma idea; “Ha venido a matarme.”
El móvil comenzó a vibrar parpadeando en la pantalla el nombre de su alfa. Tom arrastró sus ojos al teléfono y sonrió ladino al mirar otra vez al omega.
—Acepta la llamada y dile que estás con un cliente.
Bill se relamió los labios tras un carraspeo mientras se llevaba el móvil a la oreja, dándole al botón de aceptar.
—¿Qué quieres? —contestó cortante.
—Es muy tarde ya para que estés fuera de casa. Aunque estemos-
Tom arqueó una ceja con sorpresa y ensanchó su sonrisa burlona.
—Estoy con un cliente y no quiero que me molestes.
—¿Un cliente a las diez?
—Uno que he aceptado porque me ha dado la gana.
—¡Bien! ¡No hace falta que te pongas así! Sentí tu miedo y quise saber si estaba todo en orden.
Tom parpadeó lento, dándole a entender a Bill que estaba al tanto de cada palabra dicha durante la conversación.
—No es exactamente miedo, sino una mezcla entre preocupación e incertidumbre por cosas mías.
—Omeg-
—Cuando termine con el cliente iré a casa. No vuelvas a interrumpirme. —Colgó sin darle tiempo a Fenrir a despedirse y dejó el móvil a mano, manteniendo el contacto visual con Tom.
—¡Bueeeeeeeno! Prosigamos… Seguro estará cruzando por tu mente infinidad de preguntas. Y aunque tu miedo está más que justificado, no he hecho un largo viaje para hacer algo tan burdo como amenazarte de muerte, matarte y luego largarme con el primer avión. Mi intención es hablar honestamente contigo, un trato directo entre dos personas razonables que pueden llegar a entenderse.
—¿Honestidad?
—¡Sí, sí! jajaja. Ya sé que mafioso y honesto no son adjetivos comúnmente llevados de la mano, pero no me gusta dar rodeos ni los subterfugios.
—Ya…
—Verás, hace casi seis años, mi tío llegó a un acuerdo con tu jefe; todo bien hasta ahí. Pero unos meses atrás los tuyos rompieron la tregua.
Bill arqueó las cejas no pudiendo resistirse a mostrar su sorpresa y escepticismo.
—Exacto… —Cabeceó afirmativamente—. A partir de aquí es cuando has de hacer un esfuerzo de ciega credulidad. —Bill asintió con renuencia permitiendo que Tom continuase—. Mi tío murió en extrañas circunstancias, era un beta sano que de la noche a la mañana apareció muerto en el suelo de su casa. La autopsia declaró infarto de miocardio y ni yo ni los míos nos lo creímos, barajamos la posibilidad de que sea envenenamiento por cianuro.
