32 - ¡Por encima de tí!

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No hubo pesadillas o sueños agitados

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No hubo pesadillas o sueños agitados. Después de aquello, Fenrir durmió al fin en condiciones, aliviado y reconfortado por poder hacerlo junto a su omega. El invierno se había colado en sus vidas como un visitante silencioso que, sin ser advertido, pronosticaba un diciembre de muchos cambios. Pero el celo continuaba sin llegar.

—Buenos días, Pomie.

—Hola, corazón...

Pomie olía el perfume cargado de amor por toda la casa, fresco y dulce de fondo floral con matices amaderados. Un aroma mimetizado cubriendo con sus feromonas enlazadas cada rincón del hogar, incluso las partes inaccesibles. No importaba cuanto lavara o limpiase el polvo, la ropa no precisaba suavizante ni la casa ambientadores.

La omega sabía de sobra que Bill pertenecía a la mafia, el antebrazo tatuado era un claro distintivo disuasorio de las nefastas consecuencias que sufriría quien osara enfrentarse a él. Fue por eso que dudaba de estar haciendo lo correcto, varias veces sacó y guardó el papel hecho bola del bolsillo de su delantal, un papel arrugado de tanto manosearlo, cuyo escrito era una lista nueva de prestamistas alojados fuera de la capital.

—Cariño...

Había transcurrido apenas unos minutos desde que terminaron el entrenamiento, Bill engullía el desayuno apresurado, listo para irse a trabajar a Malfoy Manor.

—No está Fenrir —la tranquilizó al oler el nerviosismo en ella.

—Te he traído lo que te prometí.

Le enseñó el papel arrugado y lo dejó en la encimera de la isla, Bill paró de masticar y observó detenidamente el papel; él no había buscado, ni siquiera pensado en ello. Dejó los cubiertos y se relamió los labios estirando la hoja para leer bien el listado de los diez prestamistas nuevos.

"¿Qué debería hacer? ¿Quitarme la deuda y continuar con mi alfa? ¿Arriesgarme a que se enfade por creer que lo voy a abandonar y empeorar una buena convivencia, que tanto nos ha costado conseguir? ¿Saldarla y rechazarlo? ¿Se podría permitir perdonármela?"

Ponderaba el pasar un tiempo prudente desintoxicándose para volver más fuerte y seguro, o no volver si su alfa no cambiaba en lo importante. Estas, y muchas otras preguntas, revoloteaban ocultas en su cabeza.

—¡Bill!

Parpadeó aturdido, arrancado de las fauces confusas del vínculo y el amor que le profesaba. Pomie le sonreía afable.

—Corazón, si lo amas, me parece estupendo que quieras estar con él, pero no podéis permitir que el dinero se interponga en vuestra relación y la estropee. Los negocios por una parte y lo personal por otro.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora