IV En el corazón del lobo (Saga lobo)

21 - Ponte en mi piel

—No hace falta ser tan categórico.

—Fenrir, no te desvíes del tema y céntrate en lo que te digo. Quiero empezar a entrenar ¡Ya!

—Mañana a primera hora empezamos. —Se llevó una cucharada de crema de verduras devorando a su vez con los ojos el trozo de carne que le esperaba como segundo plato. De sus labios jamás saldría reproche alguno con respecto a lo que le plantara su omega sobre la mesa, pero odiaba cualquier preparado que no requiriera usar los dientes—. Bueno, lo dicho; que si quieres crías-

—¡Pero es que no las quiero! —protestó exasperado.

—Tu familia opina todo lo contrario —repuso mirándole fijamente mientras cambiaba de plato—. No estoy sordo, y dijeron que-

—¡Ya sé lo que dijeron! Todos los omegas decimos eso cuando somos jóvenes y pensamos en nuestra vida perfecta.

—¿Y qué diferencia hay ahora? —Bill acusó una ceja cuestionando su apreciación—. Podemos tener cachorros si tú quieres.

—Pero no quiero, eso es algo que pensé en su momento y con el tiempo se me fue yendo las ganas. Ahora soy muy mayor para tener crías y-

—¡Eh! Olvídate de lo que te dije en la despedida ¿Vale? Yo no quiero crías fuera de la pareja. No quiero bastardos, y mucho menos traer al mundo un pequeño que no sea deseado por ambos padres y que pague las consecuencias de una pareja rota o inexistente. Pero tú y yo somos una pareja enlazada y podemos tener crías-

—¡¿Sí?! —enarcó ambas cejas en un gesto que a Fenrir le recordó mucho a su suegra—. ¡¿Una pareja sin amor amenazada de muerte por otra mafia?! ¿A eso te refieres, Fenrir? —inquirió sarcástico.

El alfa descuartizó en silencio el entrecote con el cuchillo y tenedor haciendo chirriar el plato. —Bueno, ahora no, pero cuando pase el peligro-

—No pienso tener crías ni ahora ni nunca. —Se ahorró el pensamiento de no querer crías con él.

—Algo rechazas, aunque sigo sin comprender el qué.

—Rechazo tener hijos.

—De eso nada, te huelo las ganas.