58 - La voluntad de Selene

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A la mañana siguiente…

Ya podía el mundo arder en llamas y estar inmerso en un caos apocalíptico en medio de fuego cruzado; explotar una bomba nuclear en su oreja, quedarse sordo, ciego, sin piernas o sin cabeza con la que pensar, que Fenrir se enteraría hasta de la mosca que pudiera molestar a su omega en la otra punta del mundo.

Se levantó apresurado de la cama y casi cayó de bruces al abrir la puerta del baño.

—¡Omega!

Bill le miró un segundo antes de arquear el torso y vomitar violentamente sobre el retrete.

—Puaaaagg…

Arropó rápidamente su espalda encorvada con su cuerpo y le retiró el cabello de la frente. —¡Estás preñado!

—Nooooo —gimoteó, escupiendo tropezones de carne—. Algo me ha sentado maaaaal… aaagg…

Aquello era peor que un cadáver en descomposición. Su omega estaba expulsado sin piedad toda la cena de la fiesta vecinal que celebraron la noche anterior. Alcanzó la toalla y la mojó bajo el grifo para limpiarle la cara sudorosa y pálida.

—Si tú lo dices…

—Digo yo que el exceso de carne grasienta embutida —expulsó un gargajo y le miró con la misma vida que un zombi—, varias copas de champán, vino, cerveza, un vodka con Fanta naranja, picoteo y chucherías —Hizo el amago de otra arcada y continuó—, es razón suficiente para vomitar.

—¡Jummmm! Si da la casualidad de que estás preñado, no deberías beber alcohol.

—Cuando dé positivo, te prometo que me haré monje.

La siguiente arcada le pilló a Fenrir por sorpresa y contempló horrorizado cómo su omega echaba por la boca líquido amarillento.

—¡Me cago en la puta que me parió! Dime que eso de ahí no es bilis.

—No lo sé… —jadeó con voz ronca—, nunca había vomitado tanto. Me escuece todo…

Fenrir siguió refrescándole con la toalla empapada, sintiendo trepar el pánico por la nuca. —Entonces es bilis. ¡Esto es exagerado! Deberíamos ir al médico cuanto antes, seguro que te he criado.

—Lo de que pueda estar enfermo no entra dentro de tus planes.

—No me digas eso que no estoy anteponiendo la crianza a tu salud. ¡Tus feromonas son dulces!

Bill terminó de escupir el líquido corrosivo tosiendo profusamente y después le miró con ojos entornados, vidriosos y llorosos.

—Esto es la vida real, no una novela o película mala, barata, y llena de clichés de adolescentes —protestó entre gemidos de angustia—. No voy a descubrir que estoy preñado solo porque vomite. Tampoco me verás desmayarse cual damisela así porque sí, y ya todo el mundo gritando que estoy de buena esperanza.

Fenrir se aguantó la réplica mordiéndose la lengua y siguió atendiéndolo con esmero. Bill continuó vomitando con el estómago vacío hasta que su cuerpo no pudo más y se abrazó a su alfa sin fuerzas.

“¡Será cabezón!”

Lo cargó entre sus brazos y lo llevó a la cama para que descansara. Se vio tentado de hacer cosas incorrectas, pero optó por respetar los deseos de su omega y se mordió el pelaje de pura histeria y frustración.

*

Finales de febrero…

—Te lo pido por favor. —Estaba arrodillado delante de él, suplicando con las manos juntas que se hiciera el test—. ¡¿Es que no vas a tener piedad de mis pobres nervios?!

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora