9 - Silencio

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¡Bum, bum! ¡Bum, bum!

Fenrir mantenía los pies clavados en el suelo del salón con la vista fija en la pared, donde minutos antes había estado un omega lloroso que tosía en busca de aire. Rememoraba la imagen de su cuerpo tembloroso forcejeando inútilmente por librarse de él y esa mirada ocre resplandeciente parpadeando lágrimas hasta apagarse su fulgor. Ese chico, por el que renegó su condición de Omega, expulsó oleadas de sumisión y miedo cargadas de rechazo. Le había implorado en medio del huracán desatado que eran sus emociones, le había suplicado como cualquier omega lastimado que intenta protegerse de la ira de su Alfa; con un gemido de auxilio desgarrador que Fenrir estranguló bajo el yugo de su mano.

Arrastró los pies por el suelo entarimado y caminó en dirección al baño sintiendo una pesada carga a sus espaldas. La vorágine de sensaciones, imágenes y sonidos, le abordaban incansablemente cuando cerró la puerta y observó el rostro lánguido que le devolvía el espejo.

"¿Por qué no te había escuchado antes...?" —preguntó a su reflejo, abatido.

La voz de su instinto, aquella conciencia de la que todos hablaban como si fuera un ser interno separado de su identidad, cuyo propósito era poner de relieve las necesidades instintivas de su naturaleza, se había presentado a viva voz para clamarle que se detuviera. No supo si fue la súplica del omega o su lobo, tan solo, que algo oculto en lo más recóndito de su ser se reveló contra él mismo.

—Yo soy tú, tú eres yo... —susurró acariciando su propia imagen desfigurada por la consternación.

"Ese no era yo."

Fenrir abrió los ojos, asombrado de poder oír tan nítidamente esa voz resonando imperativa en su cabeza.

"Por eso no te había escuchado hasta ahora..."

"Yo era tú y tú eras yo"

Recordaba vagamente esa voz inmersa en sus sueños más agitados. En ese momento, se sujetaba con fuerza del borde del lavabo mientras oía latir hondo su corazón desbocado.

"No es posible que sea nuestro omega..." —murmuró sobrepasado.

"Nuestro Omega"

—¡No! No es posible, no... no se somete ni-ni...y me odia...

Una comezón empezó a devorar sus entrañas y trepó por el pecho para culminar en la garganta y cerrarla. Un puño de acero estiraba de su tráquea con el firme propósito de ahogarlo en sus emociones confusas y contradictorias. Fenrir sufrió un mareo repentino seguido de sofocos asfixiantes que le obligaron a meterse en la ducha y abrir el grifo para aplacar el ardor con agua fría.

—No lo es...

Su reiterada negativa únicamente conseguía hacerle estremecer de pies a cabeza, una violenta sacudida llena de recuerdos, todos ellos del omega llorando y herido por sus propias manos.

—No es posible...

El agua helada caía a raudales por su piel tirante y caliente. Levantó la cabeza y dejó que cubriera su rostro para llevarse ese sentimiento tan nuevo, y a la vez tan viejo, de amargura y auto rechazo.

"Hay más omegas en el mundo... aunque queda demostrado que yo no soy alfa para un Omega, nadie puede..."

Ese pensamiento que consideraba realista y el cual había asumido hace mucho tiempo, quedó sofocado por los sollozos del Omega que llegaban desde su habitación. Fenrir cerró el grifo de la ducha y prestó atención en sepulcral silencio. Un llanto amargo y desolador que recordaba al lamento de un omega maltratado por su Alfa y del cual no veía escapatoria. Era la tercera vez que lo vivía, y la primera que escocía tanto que no sabía cómo manejar esa extraña sensación de auto desprecio. Abrió de nuevo el grifo y se sumergió bajo la cortina de agua para amortiguar los sollozos que iban despellejando lentamente su alma.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora