Ciento veinte mil libras, más los gastos de hospital, tasas y licencias por el local, y por mantener los servicios mínimos activos de su negocio. Su línea móvil, el seguro del coche con sus respectivos impuestos, el pago de la cuota de autónomo y... un etcétera más largo que su desesperanza.
Le quedaban tres mil libras en el banco y le durarían un suspiro cuando se lo cobraran todo, a lo sumo dos meses, ¿Y luego qué? Aventuraba que el cabestrillo se lo quitarían, como pronto y siendo muy optimistas, en cinco semanas, después vendría la lenta y ardua recuperación de la movilidad de su brazo y hombro con ejercicios específicos, y por último, rezar a la buena suerte porque quedara bien y pudiera forzarlo para trabajar. ¿Tiempo estipulado?
Bill resopló al papel que había usado para hacer cálculos de su economía y tachó enérgicamente la hilera de gastos y ningún beneficio. Sentado en la cocina y desayunando el rico plato preparado por Pomie, se reafirmó en la idea de que debía ponerse a trabajar cuanto antes y descontar dinero como fuera.
—¡Bill! ¡Te ha dejado una notita en la nevera!
—Ya lo sé... —contestó desganado sin apartar los ojos de la hoja hecha bola.
—¡Oh! Pero qué romántico...
Pomie despegó el posit sonriendo como una jovenzuela y lo dejó a su lado; no fuera que el omega no la hubiera leído. Pero sí lo había hecho, y era precisamente ésa la causa por la que se encontraba tan nervioso desde que se levantó.
«A lo largo de la mañana pasaré por casa con los de la mudanza»
Fenrir.
—¿En serio te parece esto romántico? —cuestionó arqueando una ceja—. ¿En qué universo alternativo?
—Bueeeeeenoo, él no habla ni escribe romántico, pero se huele a leguas —Golpeó su nariz con mirada astuta—, su amor y dedicación se siente por todos los poros de su piel.
—¿Y a qué huele estando enamorado?
—¡¿Cómo que a qué huele?! —le recriminó sorprendida—. Está enamorado de tí, deberías saber perfectamente a qué huele.
—Yo...—Suavizó su expresión al darse cuenta de que había bajado la guardia—. Emm... no me he fijado, no sabría decirte, la verdad. Huele a azahar, pero...
El omega cayó en la cuenta de que esa mujer sabía mucho, demasiado como para no darse cuenta cuando los viera juntos de que no eran una pareja auténtica. Olería y vería en sus expresiones y gestos la pantomima, descubriría la mentira en menos que canta un gallo. ¿Acaso Fenrir no había reparado en ese pequeño pero importante detalle? Su nerviosismo aumentó de intensidad y tomó el teléfono para escribir a Fenrir. Se quedó como un pasmarote porque ni su número de teléfono tenía guardado, pero el aturullamiento le duró muy poco, el sonido de un claxon y la puerta de casa abrirse sacudió violento su corazón notando el pulso acelerado en el pecho.
—¡Señor Greyback! Jajajaja ¡estamos aquí, en la cocina! —gritó entusiasmada.
"¿Qué hago? ¿Voy a su encuentro como un enamorado y le beso? ¿Me quedo esperando como un tonto fingiendo rencor por la supuesta discusión de ayer? Feromonas Bill, expande feromonas de-de... ¡Joder! Ahí viene..."
Fenrir apareció llenando con su imponente presencia el espacio vital disponible. Irradiaba un aura extensa y caliente que lo atraía como un pequeño satélite a su campo gravitacional. El instinto herido de Bill gimoteó lastimero en una mezcla de sensaciones confusas que le disparó todas las alarmas y lo reprimió inmediatamente para retener las feromonas de rechazo. Tragó con la boca seca notando el pulso en la garganta, ocultó su rostro tras una cortina de cabello desaliñado y se encogió cuanto pudo para disimular el temblor sudoroso que recorría imparable por todo su cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
IV En el corazón del lobo (Saga lobo)
Fanfiction✨Omegaverse Fenbill✨ Fenrir Greyback, apodado «El lobo infernal» es un alfa pura sangre perteneciente a la organización criminal más importante de Inglaterra. Despiadado y mortífero, no conoce la misericordia ni el perdón. Pero todo cambiará cuando...