Capítulo 50

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No iba a subir capítulo hoy porque quería terminar la historia, pero como no me fue posible, aquí les dejo otro chinchin. Disfruten❤️

Desde aquella noche Olive y Odet se hicieron muy cercanas, peligrosamente cercanas diría yo...

Cada vez que cenábamos juntos o que salíamos a pasear, ese par hablaban y se reían sobre temas en los que siempre aparecían mi nombre. Era bueno que se llevaran bien y me gustaba, pero era un poco incómodo que mi hermana le contara todo sobre mí a la misteriosa y reservada mujer que ni siquiera me permitió subir a la que había sido su habitación en la adolescencia.

Nos encontrábamos sentados en mi sofá, comiendo papas fritas, tomando refresco y riéndonos de la comedia que estaban pasando en el televisor a esas horas de la noche.

— ¿Por qué miras fijamente la pantalla? — Preguntó Olive mientras besaba castamente mi mejilla.

Nunca pensé que llegaría a estar así con una persona, pero en esos momentos lo único que deseaba era estar a su lado todo el día, engordando y viendo televisión.

— ¿Ya te enamoraste? — Volvió a cuestionar. — Si Joe te hizo sentir cosas dímelo, necesito saber si puedo huir.

— Eres muy graciosa. — Murmuré por lo bajo. — Me gusta más Rachel.

— ¿Ah, sí? — Asentí. — ¿Ah, sí? — Volví a asentir a pesar de que su voz se escuchó amenazante. — ¿Te gusta más Rachel? — La mujer de ojos verdes se lanzó sobre mi cuerpo y me zarandeó suavemente.

— Entre Joe y Rachel, Rachel. Entre tú y ella...— Le di una fuerte nalgada. — Rachel. — Mi pecho comenzó a temblar y no se detuvo hasta que una carcajada brotó de mí debido a la expresión facial de Live.

Era una mezcla entre sorpresa, dolor por la nalgada y reproche.

— ¿Por qué? — Chilló mientras continuaba zarandeándome. — Yo también tengo ojos claros y soy preciosa. — Sujetó mi rostro entre sus manos. — Mira el bombón que está frente a ti, Davis.

— Ah...— Exhalé con fuerza cuando logré contener mi risa. — Te amo.

En ese momento, tan pronto los ojos de Live se abrieron exageradamente y su rostro se tornó serio, fue que me percaté de lo que había salido de mi boca. Como si así pudiera devolver las palabras, me cubrí los labios con la mano y comencé a negar con la cabeza.

— Aydan... — Susurró por lo bajo.

— Nada. — Murmuré contra la palma de mi mano. — No dije nada.

— Dijiste que...— Volví a negar.

— No dije nada. — Aseguré. — Voy al baño. — Ella se bajó y me dejó salir.

Tan pronto cerré la puerta del baño detrás de mí me mordí el dedo índice con fuerza y chillé.

— Eres un imbécil. — Lloriqueé. — ¿Por qué dijiste algo así tan a la ligera? — Me reñí. — Le dijiste que la...— Volví a chillar. — ¿Cómo diablos pasó? ¿Por qué? ¿Cuándo te volviste tan descuidado, maldito imbécil?

Le había dicho que la amaba...

¿Cómo iba a verla a los ojos? ¿Con qué cara saldría del baño y continuaría como si nada hubiera sucedido?

Mi corazón martilleaba mi pecho violentamente, a tal punto que comenzaba a sentir dolor. Sentí que mis piernas cedían y pronto me encontré de rodillas en el suelo, observando la forma en la que mis manos temblaban.

Amor...

Eso era algo demasiado fuerte y yo no me sentía preparado para algo así.

— Diablos...— Susurré por lo bajo mientras me cubría el rostro con las manos.

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora