Capítulo 20

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Estaba ayudando a mi madre, pero cada tanto me detenía para escuchar lo que estaba sucediendo en la sala y no era el único. En esos momentos en los que sujetaba un vaso y estaba recostado al lado del marco de la entrada de la cocina, mamá se encontraba a mi lado haciendo lo mismo que yo.

— No voy a ir con rodeos, White. ¿Qué intensiones tienes con mi hija? — Me asomé para ver lo que sucedía allí.

— Papá... — Rodé los ojos al escuchar a mi hermana tratando de intervenir por el mocoso que estaba sentado a su lado.

— No. — Sonreí levemente. — Quiero escuchar sus intenciones. — Me oculté al ver que papá se removía en el sofá.

— Tengo las mejores intenciones, Sr. Davis. — Me giré hacia mi madre e hice como si fuera a vomitar. — Quiero ir despacio, conocernos y hacerla feliz.

— ¿Acaso crees que Odet no es feliz? — Mamá me rodó los ojos y se arregló el cabello antes de alejarse de la pared.

— Espera, no me arruines esto. — Le susurré, pero ella hizo caso omiso a mis palabras y salió de la cocina.

— No me refería a eso señor, nunca me atrevería a decir tal cosa. Sé que ella es feliz con su familia y amigos... — Chisté por lo bajo. — Lo que quería decirle era que mis intenciones con Odet son las mejores y por eso me encuentro aquí, para demostrárselo a usted, a la Sra. Davis y a Aydan.

Pobre mocoso, si creía que iba a agradarnos entrando a nuestra casa, sentándose en nuestros asientos y consumiendo nuestros alimentos, estaba jodido. Mi simpatía no la tendría ni siquiera si llegaba a salvar a Odet de un incendio devastador en el que él perdía la vida. Para mí siempre había sido y seguiría siendo el latoso que quería aprovecharse de mi inocente hermana.

— Disculpen. — Me llevé las manos a la cabeza y tiré levemente de mi cabello mientras negaba. — Ab, la cena está lista.

Me había arruinado el chisme. Ella escuché lo que quiso y cuando tuvo suficiente decidió cortar mi entretenimiento de cuajo.

Mi madre era un amor, una mujer muy comprensiva...

— Bien, vamos. — Resoplé antes de alejarme de la pared para no ser descubierto en la huida. — Gracias, Bonita.

Me senté antes que todos y esperé pacientemente a que tomaran asiento. En la cena procuré estar tranquilo y callado, ni siquiera le dirigí la mirada al invitado para evitar otro regaño por parte de mi progenitora. Sin embargo, eso no significaba que él hubiera ganado, no señor, esa noche se iría incómodo de mi hogar y se lo pensaría dos veces antes de regresar.

Cuando terminamos de cenar nos dirigimos hacia la sala y me mantuve con la mirada fija en el chico. Estaba preparándome para hablar, pero me vi obligado a cerrar la boca cuando papá habló.

— Y dime, Pitha... ¿Qué planeas hacer después de que te gradúes? — Preguntó a papá cuando se sentó.

— Bueno, hasta el momento tengo pensado ir a estudiar química, señor. — Sonreí ladeadamente.

No era de los que me dejaban llevar por las apariencias, pero ese chico no parecía estar hecho para esa rama tan complicada. Siempre lo había visto como un posible abogado, contador o quizá un dentista, pero nunca me lo imaginé con la vestimenta de un químico.

— Química... — Murmuró papá. — Bien. — Dijo antes de ponerse de pie. — Acompáñame White.

— ¿Qué? ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Para qué? — Ardilla lanzó sus preguntas y se preparaba para hacer más cuando papá volvió a hablar.

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora