Capítulo 46

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Un regalito para que no se olviden de mí.❤️🫣

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Esa noche ni mis padres ni yo pudimos conciliar el sueño. Cada tanto tiempo uno de nosotros entraba a la habitación de Ardilla para asegurarnos de que estuviera bien y descansara como era debido. En más de una ocasión me acosté a su lado para acurrucarla debido a que la notaba tensa y en otros momentos simplemente me quedaba sentado a su lado, expectante a que en cualquier instante ella comenzara a gritar.

Para cuando las pesadillas de Odet comenzaron a disminuir, papá y mamá estaban tan agotados que sin quererlo cayeron rendidos en el sofá. Sin embargo, yo permanecí allí, entre las sombras que se formaban en su habitación, culpándome por todo lo que le había ocurrido a esa Ardilla traviesa.

Más allá de la preocupación por mi hermana menor, lo que no me permitía dormir era el remordimiento que sentía. No podía dejar de pensar en que si hubiera sido más eficiente y rápido nada de eso habría sucedido.

— Seth...— Susurró entre sueños.

Seth... Aquel nombre era uno concurrente en sus pesadillas, pero no sabía si lo decía con temor o si la vibración en su voz era porque le dolía verlo allí.

Enterarse de que el chico que le gusta se acercó a ella para dañar a su familia debió ser algo realmente duro, sobre todo porque Ardilla era incapaz de ver la maldad en las personas. A ese tal Seth le gustaba mi hermana, no había que ser muy listo para darse cuenta de ello, pero su estupidez era una gran piedra en su camino.

Si Odet llegaba a perdonarlo no sabía cómo funcionarían las cosas entre esos dos.

Cerré los ojos durante algunos segundos para tratar de organizar el caos que tenía en mi cabeza y volví a abrirlos cuando sentí que me zarandeaban suavemente.

— Aydan...— Susurró mamá. — Ve a tu habitación, yo seguiré cuidándola.

— No es necesario. — Negué con la cabeza.

— Cielo, estás agotado y dormir en esta posición te va a causar dolor. Tú también mereces descansar. — Observé el rostro preocupado de mi madre antes de asentir.

— Si pasa algo avísame. — Ella movió su cabeza de forma afirmativa.

— Ve...— Besó castamente mi frente mientras me ayudaba a ponerme de pie.

No tenía ni idea de la hora que era, pero el cuerpo me dolía como si hubiera sido atropellado por un camión. Estaba agotado, por lo que tan pronto mi cuerpo tocó la cama, mis ojos se cerraron y no volví a abrirlos hasta varias horas después.

Era de día, lo sabía porque la luz del sol se colaba por la ventana y me daba en los ojos. Me moví para poder seguir durmiendo, pero al recordar que solo había ido a mi habitación para descansar un poco, me puse de pie y caminé hacia la de mi hermana.

— ¿Dónde estás? — Murmuré cuando abrí la puerta y no la vi en la cama.

Sus sábanas estaban tendidas y sus cojines bien organizados, como si nadie hubiera durmiendo allí durante días.

— ¿Ardilla? — Pregunté en voz alta para saber si se encontraba en el baño, pero al no obtener una respuesta por su parte me dispuse a salir de la habitación y bajar la escalera a toda prisa. — Mam...

— Quiero ir al funeral del Sr. Falcom. — Mis pies se anclaron al suelo tan pronto escuché esas palabras.

Se había vuelto loca. Todo ese estrés acumulado le había freído el cerebro.

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora