Capítulo final

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Los invitados bebían, comían, bailaban y se divertían como si se conocieran de toda la vida, pero no era así, la mayoría de ellos se habían conocido esa misma tarde.

La fiesta estaba en su punto de descontrol más alto y mientras todos disfrutaban, Christian y yo nos encontrábamos hablando en una esquina. Ambos preferimos alejarnos del bullicio y de la música para no tener que gritarnos mutuamente.

— ¿Firmaste un acuerdo prematrimonial? — Negué con la cabeza. — Aydan...— Suspiró ruidosamente. — No soy abogado, pero viejo, bienes separados conservan la salud mental de cualquiera.

— No te preocupes por eso. — Sonreí levemente. — Te falta bastante para conocerla, pero tienes que saber que Olive no necesita pedirme el divorcio para arruinar mi bolsillo. — Mis comisuras se elevaron más al recordar nuestra primera visita a ese restaurante carísimo. — Ella solo tendría que ir a unos de esos restaurantes que solía visitar antes y con eso se desharía de todos mis ahorros.

— ¿Y eso te tiene tranquilo? — Asentí levemente.

— Sí, porque significaría que es la misma mujer derrochadora de la que me enamoré. — Me crucé de brazos y me recosté contra la pared más cercana. — Suelo trabajar como un enfermo y no gasto demasiado, pero si ella llegara a usar mi dinero para darse un gustito, no me molestaría en lo absoluto porque la conocí cuando se daba una vida de lujos y la he visto conteniéndose para que a nuestras hijas no les falte nada. Así que no, no me importa firmar nada que le prohíba tocar mi dinero. — Negué levemente con la cabeza.

— Hermano, piensas así porque no has tenido ninguna discusión o situación fuerte con Olive, pero, ¿y si llega a suceder? ¿Has pensando en que en algún momento puede que el amor se acabe y llegue la discordia? — Entendía su preocupación, sin embargo, ni él ni nadie iba a lograr cambiar mi decisión.

Si Livi no me entregó ningún documento para separar sus propiedades e ingresos de los míos, yo tampoco lo iba a hacer.

— Chris, ¿quién te dijo que le permitiría divorciarse de mí? — Sonreí ladeadamente y le guiñé el ojo a la mujer de ojos verdes que me observaba desde la distancia. — Si ella llegara a pensar en el divorcio, le daría trecientas razones para no solicitarlo y otras cien para que no lo firmara. Así que tranquilo, no te preocupes por este tipo de cosas.

— El amor es ciego...— Chris volvió a suspirar. — Si estás seguro de tu decisión, no volveré a mencionar el tema. — Aseguró.

— Agradezco que te preocupes por mí, pero realmente no lo veo necesario. — Le di dos palmadas en la espalda antes de alejarme de la pared en la que había estado recostado.

— Voy a bailar con mi mujer, te veo luego mi amor, no bebas demasiado. — Lo vi asentir.

— Adiós papi. — Hice una mueca de desagrado y me alejé de mi amigo antes de que comenzara con sus palabras y toqueteos incómodos.

A veces dudaba de los gustos de mi amigo, pero luego recordaba que había estado enamorado de una misma chica por más de diez años y me tranquilizaba un poco.

— Señoras, ¿de qué hablan? — Rodeé la cintura de Livi con mis brazos y acerqué su espalda a mi pecho hasta que no hubo ningún espacio entre nosotros.

— Tratábamos de adivinar de lo que estaban hablando tú y Christian. — Respondió Moni, a lo que Olive asintió.

— Asuntos sin importancia. — Sonreí levemente. — Surgió el tema de algunos asuntos legales y tratamos de ver quién tenía un mejor argumento, pero no creo que ninguno de los dos haya ganado.

— ¿Asuntos legales? — Murmuró Livi.

— Debe ser la separación de bienes. — Mónica rodó los ojos. — Amo a mi esposo, pero puede ser bastante intenso cuando escucha de una pareja que no firmó ese documento.

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora