Capítulo 36

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Mis brazos rodeaban la cintura de una mujer delgada, alta y de piel blanca, su cabello me acariciaba la piel con lentitud y a mi nariz llegaba el suave olor de su dulce perfume. A nuestro alrededor había mucho ruido, sobre todo de voces molestas y risas estruendosas.

Cada tanto besaba el hombro de la chica frente a mí mientras trataba de ignorar el ruido a nuestro alrededor y los constantes tirones que sentía en mi camisa, pero cuando estos últimos se volvieron bruscos y molestos dejé de abrazar a la chica para girarme hacia quien me estaba comenzando a irritar.

— ¿Por qué tiras de mi ropa? Vas a estirarla. — Escupí con malestar.

Para mi sorpresa, mi voz se escuchó mucho menos profunda de lo que recordaba. Era como si no tuviera veinticinco años o un poco menos, me escuchaba como un adolescente y aquel pensamiento se acentuó al ver a la persona que había estado tirando de mi camisa.

Lentes cuadrados.

— ¿Alex? ¿Qué pasa? — Iliana se giró al escucharme decir el nombre de otra chica.

— ¿Podemos hablar? — Murmuró por lo bajo.

— Ahora no puedo Alex, estoy con...— Una mano delgada y con las uñas pintadas de rosa se posó sobre mi abdomen como si quisiera alejarme de la pequeña chica que es taba frente a mí.

— Está conmigo. — Le dijo Iliana de forma hostil.

— No es necesario que le hables así. — Los ojos de mi chica me taladraron y supe que más tarde tendríamos una conversación poco agradable. — ¿Es importante, Alex?

— No, luego hablamos...— Murmuró mientras agachaba la cabeza y se giraba para irse.

— Es increíble que siempre la defiendas. — Escupió Iliana. — Siempre hace lo mismo, trata de alejarte de mí.

— No seas exagerada, es una buena niña y nunca te ha hecho nada para que la trates mal. — Rodé los ojos. — Si la conocieras...

— No me interesa. — Frunció los labios como si hubiera olido algo realmente asqueroso. — No me agrada y eso no va a cambiar jamás.

— De acuerdo, no voy a obligarte a ser su amiga. — Sus brazos rodearon mi cuello. — Pero no seas mala con Alex.

— ¿Por qué la defiendes tanto? — Murmuró mientras se acercaba a mi boca. — ¿Te gusta?

— Sabes que solo es mi amiga. — Besé sus labios castamente.

— Esto no evita que hablemos más tarde sobre lo que hiciste. — Sonreí levemente.

Lo sabía, no tenía que decírmelo.

— Aydan...— Susurró la voz de una chica.

Mi ceño se frunció levemente porque por culpa de aquel susurro no había sido capaz de escuchar las palabras de Iliana.

— ¿Qué dijiste? — Sus labios volvieron a moverse, pero una vez más no fui capaz de escucharla. — ¿Escuchaste eso? — La vi fruncir el ceño y negar con la cabeza. — Alguien está llamándome.

— Aydan...— Comencé a observar hacia todas partes para ver si lograba dar con la persona que estaba llamándome.

No fui capaz de ver a alguien que pareciera estar interesado en que le prestara atención.

— Aydan... — El susurro se escuchó más cerca y distorsionado. — Aydan...— Se me erizaron los vellos del cuerpo y cuando me giré hacia Iliana algo cayó frente a mis ojos. — ¡Aydan! — Gritó aquella voz.

Aunque mi cuerpo se sobresaltó, mis ojos se mantuvieron fijos en aquel cuerpo que yacía colgando frente a mis ojos.

— Esto es tu culpa...— Fueron las palabras que salieron de los labios de Alex, la chica que colgaba del techo.

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora