Capítulo 49

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Al día siguiente conocí a mis suegros y aunque en un principio fue difícil, no hay suegra que se resista a mis encantos. Al principio la señora Anderson estaba distante debido a que no era el tipo de persona que ella quería para su hija, pero tan pronto escuchó que era doctor sus ojos brillaron. Lo que terminó por ayudarme a ganarme a mi suegra fue que recordé que Olive me había dicho que a su madre le encantaba hablar sobre las pinturas que había en su casa.

Al final de la noche me fui tranquilo, sonriente y conociendo cada una de las obras de arte que adornaban la casa en la que Livi había nacido y crecido.

Luego de conocer a su familia pasaron un par de semanas hasta que por fin se atrevió a pisar mi casa. Recordaba perfectamente las palabras que mi madre me había dicho cuando le comenté que llevaría a mi novia para que la conocieran.

— Hola ma. — La saludé tan pronto descolgó la llamada. — ¿Papá y tú van a estar en casa este sábado?

— Hola mi cielo. Sí, ¿por qué? — Sonreí mientras observaba a mi chica, que en esos momentos estaba dándole unas indicaciones a Romina.

— Perfecto, porque quiero presentarles a alguien especial. — Al otro de la línea todo se quedó en silencio. — Llevo saliendo con ella unos meses y creo que...— Alejé el teléfono de mi oreja cuando la voz de mamá se escuchó con fuerza.

— ¡Abdel, Aydan sentó cabeza! — Le gritó a papá. — ¿Cómo se llama? ¿Dónde la conociste?

— Por Dios, cálmate. — Le murmuré. — No voy a decirte su nombre ahora, pero es doctora y la conocí en el hosp.... — Alejé el teléfono todavía más.

— ¡Y es doctora! — Chilló.

— Creo que he perdido la audición en uno de mis oídos. — Murmuré para mí mismo. — Mejor hablamos luego, nos veremos el sábado.8

— Espera, espera. — Dijo con rapidez. — ¿Cuál es su comida favorita? Quiero que se sienta a gusto.

— Tranquila, lo que sea que hagas le encantará. — Dije mientras mis comisuras se elevaban. — Es una fiel admiradora tuya así que va a estar muy nerviosa, trata de actuar normal y por lo que más quieras, no saques los álbumes de fotos. — Su suave risa llegó a mis oídos.

— No prometo nada. — Di un corto asentimiento a pesar de que ella no podía verme.

— De acuerdo. — Un nuevo chillido se escuchó. — Mamá, por favor...

— Lo siento, lo siento. Es solo que estoy muy feliz por ti. — Reí nasalmente.

— Yo también mamá. — Murmuré mientras la observaba caminar de la sala a la cocina para comer un poco de las papas con queso cheddar que tenía en la nevera. — Yo también...

Continuamos hablando durante unos minutos más y luego de terminar la llamada me preparé para ir al hospital. Eran alrededor de las dos de la tarde y yo esta por encender el auto cuando la puerta del copiloto se abrió, causándome sobresalto.

— Fácil de robar. — Murmuró Live por lo bajo, recordándome que anteriormente me había dicho que debía ponerle seguro a las puertas tan pronto me subiera al auto.

— ¿Qué haces? — Me llevé la mano al pecho para tratar de controlar los latidos de mi corazón. — ¿Por qué quieres matarme? ¿Y por qué estás sentándote en mi auto cuando tienes que ir al hospital?

— Vamos juntos. — Aseguró. — Ya conociste a mis padres y yo estoy por conocer a tu familia, además de que Angie ya sabe lo nuestro. — Su comisura derecha se elevó un poco. — Creo que es absurdo continuar yendo en autos separados cuando nos encontramos juntos en un solo lugar y tenemos que ir a trabajar al mismo edificio, ¿no crees?

Aydan Davis©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora