Capítulo - 32

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Gwen / En casa de Steve

Viernes 3 de noviembre - 23:02

Este martes, durante la fiesta de Halloween jugamos nuestra partida semanal, así que este va a ser uno de los únicos viernes que no tendremos que jugar a la Red Roulette.

Steve me ha llamado esta tarde para preguntarme si quería pasar la noche con él, a lo que yo le he respondido que sí. Tal vez esta no era la mejor opción, pero es muy difícil decirle que no a él. Me da miedo hacerle enfadar, porque sé que es capaz de perder el control y ponerse agresivo.

La noche de Halloween quería quedar conmigo, pero como no pudo ser, estuvo toda la fiesta tocándome las narices. Me llamó mil veces para preguntarme lo mismo, hasta que finalmente se presentó en el instituto para venir a recogerme. Por su culpa no pude cumplir mi reto semanal, y si la cosa no podía empeorar más, luego me vio con Leo.

Después de eso fuimos a su casa, y me preguntó todo lo que había pasado entre Leo y yo, porque el muy desconfiado, piensa que estamos liados o algo. Yo le conté que entre nosotros no había nada, pero no me creyó y se enfadó mucho conmigo, hasta el punto que me agredió físicamente. Después de eso, se disculpó e intentó excusarse con la misma historia de siempre, en fin, pura manipulación. Yo me fui de su casa y no nos volvimos a ver hasta hoy.

Aparte de eso, una cosa muy extraña es que todavía no he recibido ningún castigo por parte de la Red Roulette. Hablé sobre todas estas movidas con Klaus y con Leo, pero a los demás no les he contado nada todavía. Ayer, después de clases, Melanie y Cassie me buscaron y me preguntaron por el castigo de la ruleta, pero decidí mentirles sobre lo sucedido, ya que no creo que sean las personas más indicadas para hablarles de todo lo que ocurrió, pero cuando esté lista ya les contaré toda la verdad.

- No pensé que fueras a venir. - me dice Steve mientras entro a su casa.

Yo no respondo, solo cuelgo mi chaqueta en el perchero de la entrada.

- Oye amor, ¿sigues enfadada por lo del otro día? - me pregunta tras notar mi ignorancia hacia él.

- Mi enfado se irá cuando los moratones que me dejaste también lo hagan. - entro al salón y me siento en el sofá de brazos cruzados.

- Joder, Gwen... ¡Ya te lo he dicho mil veces! - se sienta a mi lado. - ¡Tú sabes que yo nunca te haría daño! Es solo que aprecio mucho nuestra relación y no quiero que se vaya a la mierda, ¿sabes? ¡Llevamos casi dos años juntos! ¿De verdad quieres tirar todo lo que tenemos por la borda solo por ese rubito deportista?

- Pero, ¡que Leo y yo no somos nada! Él no me gusta, ¿vale? ¡No tenemos nada que ver el uno con el otro! Él es popular, y yo una marginada; él tiene mil amigos y yo solo tengo uno; él tiene dinero y yo tengo que ganármelo traficando droga... Vivimos en mundos totalmente opuestos, ¡no nos entendemos!

- ¡Exacto! ¡Pero yo sí que te entiendo! Tú y yo tenemos los mismos gustos, los mismos pensamientos, ¡somos uno! ¡Estamos destinados a estar juntos!

De repente Steve se me acerca para darme un beso, pero yo me aparto.

- ¿Qué te pasa? ¿En serio vas a tratarme así todo el tiempo? - frunce el ceño.

- No, es solo que...

- Leo. - me interrumpe. - ¡Eso es lo que te pasa! Te has cansado de mí y ahora solo quieres estar con él. - abro la boca para responder, pero no me deja hacerlo. - No, si lo entiendo... Como él es guapo, deportista, tiene dinero y toda esta mierda, ¡pues normal que te guste! Pensaba que a ti esto no te importaba, pero ya veo que eres igual que mi ex. Al final todas sois iguales... ¡Solo queréis jugar conmigo!

- ¡Eso no es verdad! ¡Yo nunca he jugado contigo! ¡Y no siento nada por Leo! - le repito por milésima vez.

- ¡Pues demuéstramelo! - me grita. - Si quieres que te crea, no quedes con él, no hables con él, ¡y no te acerques a él! - me toma de la mano, o mejor dicho, de la muñeca. - Ya os he visto más de una vez juntos, ¡y lo vuestro no parece una simple amistad! - me agarra más fuerte de la muñeca. - Miradas, roces, tensión... Se os nota desde lejos, Gwen. - hace todavía más fuerza. - No quiero que haya más tonterías entre vosotros, ¿vale?

Justo cuando pensaba que haría más presión para hacerme más daño en la muñeca, decide soltarme. Yo no me lo pienso ni siquiera dos veces, y ahora que no tengo a este pesado encima, me levanto y corro hasta la puerta principal. Este tío está loco, no aguanto ni un segundo más a su lado, tengo que huir.

Él corre detrás de mí mientras habla.

- Ey, ¡amor! ¿Dónde vas? ¿He hecho algo malo? - dice mientras intento abrir la puerta al mimso tiempo que los nervios se van apoderando de mí.

- Sí, ¡todo lo haces mal! - por fin logro abrir la maldita puerta. - No me vuelvas a buscar, hijo de puta.

Ahora que ya estoy fuera de su casa, corro lo más rápido que puedo, pero desgraciadamente, él hace lo mismo, no me va a dejar escapar tan fácilmente.

No dejo de correr ni un solo segundo, pero Steve tampoco, y yo ya me estoy cansando, pero él sigue en pie, y se va acercando más y más. Noto como mis piernas se van debilitando y me va faltando el aire, y oigo sus pasos cada vez más cerca de mí.

Justo cuando estoy a punto de desplomarme, me choco con alguien que acababa de cambiar de acera. Lo miro a la cara y veo un rostro más que conocido.

- ¡Leo! - le abrazo y él no entiende absolutamente nada. - Tienes que ayudarme, ¡Steve me está persiguiendo! No sé si quiere hacerme daño o solo quiere hablar, pero me está asustando.

- ¿Steve? ¿Pero qué hacías con él? ¿Qué es lo que me he perdido? - pregunta el rubio, que está muy perdido.

- Oh, fenomenal. - vuelvo a oír la voz grave de mi novio, bueno si se le puede llamar así a alguien que te trate de semejante modo. - Ya has encontrado a tu principito, estarás contenta.

Leo, al verle, le cambia la expresión por completo, ahora en su cara solo hay rabia.

- ¿Cómo te atreves a hacerle daño a Gwen? - le grita mientras se dirige a Steve.

El rubio lo tira al suelo de un solo empujón, a lo que el moreno rápidamente se levanta y le responde con un fuerte puñetazo en el ojo. Leo, aún con un ojo herido, alza su puño para darle un fuerte golpe a Steve, pero antes de poder hacerlo, mi novio le agarra del brazo con fuerza, y con un solo movimiento consigue torcerlo.

Supongo que es aquí cuando tengo que gritarles a los dos que paren, como buen papel femenino que me ha tocado en esta escena, pero hablando las cosas nunca se solucionan, así que si tengo que intervenir, no lo haré con gritos sino a base de golpes.

Me meto en la pelea, y como evidentemente estoy de parte de Leo, decido darle un fuerte puñetazo a Steve en la nariz. Este empieza a sangrar, y yo aprovecho su distracción para darle una patada en los huevos, esa nunca falla. Leo lo agarra de los hombros y lo empotra contra la pared, y acto seguido le da un buen bofetón en la mejilla.

Steve cae al suelo rendido, y nosotros aprovechamos para huir.

- Joder, ¿qué mierdas acabamos de hacer? - me pregunta Leo mientras corremos.

- No tengo ni idea, pero me ha sentado genial. - su comentario le hace reír.

- Yo también he disfrutado, no sabes cuánto deseaba hacer esto. - me confiesa.

- Oye Leo, ¿tú ahora a dónde ibas? - le pregunto.

- A un botellón que han organizado los Lions y algunas animadoras. - se ríe. - Pero después de esto, no creo que vaya, sinceramente. ¿Por qué lo preguntas?

- Bueno, es que creo que ya es hora de denunciar a Steve, pero no me apetece hacerlo sola. - le explico.

- Oh, ¡vale! Me alegro por ti, veo que ya has ganado seguridad en cuanto a este tema... - dice muy orgulloso. - Pues venga, vamos a comisaría, y de camino me cuentas todo lo que ha pasado esta noche con Steve.

- Vale, gracias Leo.

- De nada, ¡para esto están los clientes! No solo para comprarte la droga, sino también para acompañarte a denunciar a tu novio tóxico y agresivo. - me sonríe. 

Red RouletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora