Capítulo - 54

29 2 21
                                    

Gwen / En el parque

Domingo 24 de diciembre - 17:46

Aquí estoy. Sola, sentada en un banco, en medio del parque más grande de la ciudad, con el dichoso frío que hace. Siento la brisa helada del invierno golpear mi rostro, y es ahora cuando me arrepiento de no haber cogido mi bufanda antes de salir.

Enciendo un cigarrillo y me pongo a fumar, mientras espero al impuntual de Leo, porque sí, hemos quedado y el muy idiota llega tarde.

Fui yo la que le propuse quedar, ya que quería hablar con él sobre el asunto de la EPO, que me preocupa demasiado. Yo ya he tomado una decisión sobre lo que voy a hacer al respecto, y sé que a Leo no le va a gustar, pero quiera o no, la tendrá que aceptar. Mira, hablado del rey de Roma, el tío por fin ha llegado.

- ¡Ey, Gwen! ¡Feliz Navidad! - me dice él muy contento y se sienta a mi lado.

- Sabes que Navidad es mañana, ¿no? - me río.

- Ya, pero como mañana no nos veremos, te lo digo ahora en persona... - me dice él. - Bueno, ¿qué me cuentas? ¿Por qué has querido quedar?

- Bueno, te he traído un regalito de Navidad... - le doy una bolsita.

- ¡Oh, vaya! - toma la bolsa muy sorprendido. - Eso no me lo esperaba.

El chico abre la bolsa y de ella saca una dosis de EPO para un mes.

- ¿Es este tu regalo? - se ríe y creo que ahora está todavía más sorprendido, ya que no esperaba esta clase de regalo. - ¿Una dosis de EPO?

- No es una dosis de EPO cualquiera, es la última que te daré. - le soy clara y sincera.

- ¿Qué? - el chico, muy alterado, lleva sus manos a la cabeza. - ¡Dime que esto es una broma!

- No, no lo es.

- ¿Por qué? Gwen, por favor, ¡no puedes hacerme esto! ¡Sabes lo importante que es la EPO para mí! Esta mierda me está ayudando muchísimo, ¿no viste lo bien que jugué el otro día contra los Jaguars?

- Sí, lo vi, pero sé que sin la droga también lo hubieras bordado. El béisbol es lo tuyo, no necesitas drogarte para jugar bien, ¡eres el capitán del equipo, el jugador estrella!

- ¡Tú no lo entiendes! Yo ya sé que soy un buen jugador, pero sin la droga no consigo dar todo lo que se espera de mí, no llego a la perfección.

- Bueno, ¡es que no tienes que ser perfecto! Todos comentemos errores, de hecho, yo fui la primera en cometer uno en el momento en que decidí empezar a venderte esto. - le replico.

- Gwen, te lo suplico, ¡ahora mismo mi vida depende de esto!

- Y tu muerte también depende de esto. Recuerdas que drogarse no es bueno para la salud, ¿no? ¿Sabes que puedes desarrollar un montón de enfermedades a causa de esto? - intento que recapacite.

- Sí, lo sé. Pero, ¿y a ti qué más te da? Solo deberías estar centrada en todo el dinero que ganas vendiéndome todas las dosis de EPO, lo que me pase a mí es mi problema y no te debería de importar.

- Pues lo siento, pero me importa, y mucho, y este asunto nunca me dejará de preocupar, porque si te llegase a pasar algo grave por mi culpa jamás me lo perdonaría. Y no me gusta que arriesgues tu vida por querer encontrar la perfección en tus juegos y en todas estas gilipolleces que te están haciendo perder el control sobre ti mismo. ¡Así que, hazme el favor de dejar de inyectarte esta puta mierda que yo misma te he vendido! - le grito.

- Estás siendo muy poco profesional, ¿no crees? Los camellos no se suelen preocupar por sus clientes. - opina él.

- Leo, no te estoy hablando como traficante, sino como amiga. La droga es muy mala. - Dios, acabo de sonar como Miss Jenkins en una de sus charlas morales sobre las drogas y el alcohol.

- ¿Ah sí? - dice Leo mirando fijamente el cigarrillo que me estoy fumando desde hace un buen rato.

- Bueno, quizá esto sea un poco contradictorio. - tiro el cigarro al suelo y lo piso. - Pero no comparemos, por favor, que no es lo mismo inyectarse la EPO que fumarse un piti.

Él no responde nada, así que vuelvo a hablar.

- Además, hay algo que debes saber. - le anuncio. - No solo dejaré de venderte droga a ti, ya no traficaré más.

- ¿Qué? - dice él muy sorprendido.

- Últimamente he estado reflexionando y he decidido que voy a dejarlo definitivamente. Gano mucha pasta haciendo esto, pero de alguna manera, siempre acabo sintiéndome muy culpable tras venderle droga a la gente. Aparte de que si algún día me pillan, la multa que me va a caer va a ser una pesadilla, te lo digo yo. Y tampoco me apetece meterme en más líos, la ruleta y Steve han sido más que suficientes.- le explico.

- ¿Me estás diciendo que la traficante del colegio va a dejar de traficar? - el tío está flipando.

- Sí. - la verdad es que yo también estoy alucinando un poco conmigo. - Lo que pretendo decirte es que si yo he dejado de traficar, tú también deberías dejar de drogarte, es difícil, lo sé, pero te puedo ayudar a afrontarlo. Es por eso que he decidido regalarte estas últimas dosis, para que las tengas para unas semanas más y que el cambio no sea tan drástico. - el chico asiente. - ¿Y bien? ¿Qué dices?

El rubio se queda mirando al suelo pensativo hasta que da un profundo suspiro.

- Está bien. - por fin acaba cediendo. - Lo intentaré, pero te aseguro que esto me va a costar.

A continuación, inconscientemente, tomo la mano de Leo, creo que ha sido como un impulso involuntario.

- Poco a poco, Leo, poco a poco. - le animo.

Él me toma fuerte de la mano y me mira con una pequeña sonrisa.

Red RouletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora