Capítulo - 21

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Ally / En casa de Bryce

Miércoles 18 de octubre - 18:38

- Ally, ¡yo ya no puedo más! ¡Esto es aburridísimo! - se queja Bryce, que se está cansando de nuestras clases particulares. - ¡Es que no me gusta la historia! No sirve para nada, ¿a mi que me importa lo que le pasó a un tío que murió hace más de doscientos años?

- De verdad, es que no tienes remedio... - suspiro. - El otro día dijiste que las mates eran inútiles porque ya existen las calculadoras, la semana pasada que lengua no servía para nada porque ya sabías hablar y escribir y no te hacía falta nada más, ¡y hoy me vienes con esto! - para él todo lo que esté relacionado con los estudios tiene que ser criticado. - ¿Hay alguna asignatura que te interese?

- Sí, ¡deporte! - me contesta con una gran sonrisa, sintiéndose orgullosísimo de sus cualidades. - Lo otro me la suda un poquitín.

- Ya, ¡no hace falta que me lo jures! - me río. - Venga, sigamos con la clase... - intento concentrarme.

Antes de que pueda volver a por donde nos habíamos quedado, Bryce da un bostezo ruidoso de estos para llamar la atención.

- Bah, ¡historia es fácil! Es solo memorizar, no hay que comprender nada complejo. No hace falta que me expliques nada, yo ya lo entiendo todo y sé que si estudio llegaré al aprobado fijo. - me asegura.

- Te veo demasiado convencido...

- Ally, eres mi profesora, ¡tienes que tener fe! ¿Acaso no confías en mí? - ahora intenta dar pena para conseguir lo que quiere.

- Está bien, dejémoslo por hoy. - no sé ni cómo, pero acabo cediendo. - ¡Pero te advierto que si suspendes este exámen me voy a enfadar! - él asiente con la cabeza rápido. - Bueno, pues me voy, ¡nos vemos mañana!

Me levanto de la silla de su escritorio para irme pero él me toma del brazo.

- No, no, ¿por qué te vas? - dice con su rostro lleno de pena.

- Porque me has dicho que no hacía falta que te explicara nada más y que ya se podía acabar la clase de hoy. - le remarco.

- Exacto, quería que la clase terminara, pero no que tú te fueras. - vaya, esto me pilla por sorpresa.

- ¿Y por qué quieres que me quede? - me vuelvo a sentar.

- Ah, ¡no sé! Es que solo hablamos cuando me das clase, y nunca charlamos sobre temas guays o cosas que nos gusten... Es un poco triste, ¿no crees? - se empieza a reír y yo también. - Por ejemplo, ¿vas a venir a la fiesta de Halloween del insti?

- ¡Pues claro! ¿Qué pregunta es esa? - respondo algo evidente.

- Bueno, es que yo pensaba que a las empollonas no os gustaban estas cosas. - dice para tocarme las narices.

- Qué gilipollas... - mi comentario le hace reír. - Tú vas, ¿no?

- ¿Quieres que venga? - me pregunta sonriendo.

- No sé por qué me preguntas esto si vas a venir igual sin importar lo que te responda.

- Ya, bueno... ¡Me has pillado! Pero todavía no has respondido a mi pregunta, ¿quieres que venga o no? - observa.

- Bueno, pues supongo que sí, ¿no? - le soy sincera.

- Ay, ¡muchas gracias, mujer! - dice contento.

- ¡De nada, hombre! - le respondo con la misma energía. - ¿Y de qué te vas a disfrazar?

- Uy... Esto en teoría es un secreto porque me disfrazaré con mi grupito y queremos que sea sorpresa. - ay por favor, ahora se hace el misterioso, ¡menudo chico! - Bueno, te lo cuento si me prometes que no se lo vas a contar a nadie, y no lo vas a escribir en el periódico del colegio. - dice este último comentario aguantandose la risa, porque sabe que me va a molestar un poco.

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