Noventa y seis

373 48 3
                                    

-No- negó Pete con la mano y su ceño molesto- No puedes hacer eso Yim-

-Malo- volvió a arrojar su cuchara al suelo.

-Bien, se acabo, ya no te voy a dar otra- Pete la recogió del suelo y la llevo a lavar.

-Papá..- un berrinche se hizo presente en ese comedor.

-¿Que pasa mi pequeño? Ay, si papi es tan malo- Vegas tomó otra cuchara y comenzo a darle de comer él mismo a su hijo.

-No llores hermanito- Venice también uso su cuchara para darle comida.

-Ya paso Yim, come mucho- Saint le dio una tercera cucharada.

-No puede ser cierto- Pete negó con la cabeza- En serio, son tan fáciles de persuadir los tres-

-¿Por que te molestas? Aun es pequeño, necesita ayuda para comer- explico Vegas.

-Si, exacto, ayuda. Él quiere que le esten dando todo en la boca sin mover un dedo cuando si puede hacerlo- se quejó tomando su lugar.

-Pues no me importa, mi niño va a ser alimentado por su papá mientras él así lo quiera- se giro a besar las mejillas redondas del pequeño qué comia.

Pete termino rodando los ojos y dedicándose a su propio plato, no tenía caso discutir.

Yim era un niño muy tranquilo al principio, pero en sus primeros meses de vida, ese niño parecía ser más astuto qué sus otros hijos, pues comprendió como eran de comodas las atenciones de los tres hombres, que al mínimo ruido corrían en su auxilio.

Con el crecimiento, eso solo fue en aumento. Pete se convertía en el malo de la historia por dejarlo gatear solo, por dejarlo aprender a comer solo, por sus intentos de caminar que terminaban en un par de caídas; absolutamente todo lo que hacía llorar o enojar a su hijo era culpa de Pete y tanto su esposo como los otros dos niños, parecían muy convencidos de eso mientras llenaban de cariños y mimos a ese más pequeño.

Apenas tenia 2 años pero podía notar como estaban totalmente bajo su control, Pete lo sabia, a él no podía hacerlo tonto. Comenzaba a pensar que así se sentía Vegas cuando se quejaba de que Venice se victimizaba para dejarlo mal a él.

-Papá.. quiero ese- señaló un plato con espagueti.

-Se dice por favor Yim- regañó Pete sosteniendo el plato.

-Papá.. ¿Puedo ne epagueti?- pregunto con un puchero hacia Vegas.

-Claro que si mi bebé- se giro para quitar la mano de Pete y poner un poco en el tazón del pequeño, ayudándole a comer.

-Saint.. no hay- agitó su vasito entrenador.

-Ay, no, debes tener agua siempre- lo tomó y fue rápido a llenarlo con el dispensador de la cocina, regresando después.

-Menice.. ¿Qué eso?- pregunto señalando su plato.

-Es melón.. toma- con su tenedor llevo el trocito a la boca de su hermano- ¿Te gusta?-

-Si..- asintió efusivo- más-

Pete volvió a rodar los ojos, él ya había perdido, esos tres seguirían consintiendo a su hijo menor por un largo rato. Él ama a su hijo, es un bebé precioso, muy tierno y con una mirada muy inocente. Sin embargo, Pete no es tonto, él sabe que muchas veces cuando están a solas su hijo hace mucho por si mismo, únicamente se pone en esta faceta de berrinches cuando hay algún otro miembro de la familia. Sin duda ese niño seria de cuidado cuando crezca, ya veía venir los problemas con permisos para salir o algun otro capricho qué se le antojara.

Second ChancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora