5. Realmente te odio

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Caminé por la enorme mansión de Alexander en busca de mis amigas. Todos me observaban, algunos de buena forma y... otros de no muy buena forma.

Cuando las vi, me acerqué felizmente.

—¡Hola!

—¡Star, viniste! Creímos que te quedaste haciendo... ya sabes, cosas con tu nuevo novio —comentó Ada con una sonrisa divertida.

—¿Qué? oh, cállate. No ha pasado absolutamente nada entre nosotros, ya se los dije.

Pensé en presentar a Stella al grupo de amigos de Elliot, pero aún me parecía muy pronto llegar con mis dos amigas de la nada. No quería interrumpir.

Nos dirigimos las tres juntas a la mesa de tragos y tomamos algo de ponche. Yo no estaba segura de si beber alcohol, mañana habían clases.

—¿Vas a beber ponche sin alcohol? ¡No seas aburrida! —insistió Stella.

—Mañana hay clases, me despertaré totalmente destruida.

—No pasará nada, entramos a las once.

Esa oración me convenció.

De pronto, ese vaso de ponche se convirtió en tres, luego se convirtió en diez shots de vodka, de diez pasó a trece y de trece... bueno, he perdido la cuenta.

Cuando me di cuenta de que estaba bebiendo de más, dejé el vaso a un lado y me dirigí al baño para lavarme la cara. Había perdido totalmente la noción del tiempo.

No entendía absolutamente nada. Todo me daba vueltas y sentía que la cabeza me iba a explotar.

—¿Te estás divirtiendo? —me preguntaron desde la puerta del baño. Al girarme, era Alexander.

—Pero claaaaaaro que sssssssí —respondí a la vez que me secaba la cara con la primer toalla que vi. Alexander hizo una mueca.

—Esa toalla no es para la cara ni para las manos...

Una expresión de horror y asco se formó en mi rostro a la vez que me daba una arcada y tiraba la toalla a un lado. Él soltó una risa.

—Y, dime —murmuré con voz de tonta —, ¿tienes novia?

—No.

—Ya veo. ¿Te gustan rubias? —pregunté a propósito. Stella es rubia. Oh yeah.

—Soltó una risa —¿Por qué la pregunta?

—Oh, ya sabes, curiosidad. ¿Cómo era aquel dicho? —pregunté de repente.

—¿"La curiosidad mató al gato"? —dedujo él.

—¡Exxxxxxxacto! ese mismo —reí.

—¿Estás borracha?

Naaaaah.

Volvió a reír.

—Mejor ve a por Elliot.

Seguía sin entender cómo era que a Stella le
encantaba aquel mono que se encontraba frente a mi. Es decir, sí, es atractivo y todo lo que quieran, ¡pero es un idiota!

—¿Elliot? ohhhhhhh, Elliot. Vale, lo haré.

Pasé por su lado para salir del baño y me acerqué un poco más a él.

—¡Hasta luego! mañana te seguiré interrogando —lo apunté con mi dedo índice.

Caminé por la inmensa casa mientras cantaba en voz alta una de canción de 2014, como si nadie pudiera oírme.

—¡When I met you in the summer! turururu, to my heartbeat's sound.

Iba feliz de la vida, hasta que tropecé. Casi caigo al suelo si no hubiera sido por la persona que me atrapó.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora