Al abrir los ojos, noté que mi mejilla estaba apoyada en alguien. Recordé todo lo que pasó anoche y no pude evitar sonreír.
Me aparté con cuidado. Le puse su brazo encima.
Me estiré aún acostada y pensé en absolutamente todo. Todas las reglas, todas, habían sido incumplidas. Y pasó. Elliot me gustaba. Demasiado.
Sabía que si las rompíamos, eso pasaría, y aún así me dejé llevar.Mal. Muy mal.
Pero... ¿saben qué? no me arrepiento de nada.
Me paré con cuidado de la cama, sin hacer ni un solo ruido y me puse un short de pijama. Ya que sí, anoche habían pasado cosas... No habíamos tenido sexo ya que no fuimos más allá de los toqueteos, pero de alguna u otra forma terminé sin short.
Antes de dirigirme al cuarto de baño, lo miré un instante más. Nuevamente sonreí. No podía parar de sonreír.
Lo miraba y lo único que se me venía a la mente era el beso. El beso que ambos sabíamos que no debía pasar, pero pasó. Y ahora no podía olvidarlo, no podía parar de pensar en él.
Me lavé la cara, me cepillé los dientes y me peiné el cabello, parecía un nido de pájaros.
Regresé y me encontré a Elliot estirándose sobre la cama.
—Sonreí —Hola.
—Sonrió —Hola.
QUÉ.
¿Acaso me había sonreído? estaba tratando de no desmayarme de la felicidad.
Tranquilízate.
Me senté en mi lado de la cama y me puse a responder mensajes. Elliot pareció hacer lo mismo.
—¡Mierda! —exclamé. Elliot se giró a verme.
—¿Qué?
—Olvidé ayudar a Stella —me pasé una mano por la cara —, me ha escrito toda la noche.
Elliot suspiró.
—Pues, estabas ocupada —bromeó. Él sabía muy bien a lo que se refería con «ocupada».
—Que chistosito.
—¿Ayudarla en qué? —preguntó.
—Alexander no le habla y, cuando ella le mandó un mensaje, él no le respondió.
Elliot contuvo la risa.
—¡No es gracioso! pobre de mi amiga... Ese chico es un idiota.
—Quizá no quiere estar con ella.
—Sí quiere, los hubieras visto la otra noche en su casa. Pero claro, tú estabas muy ocupado haciéndome escenas de celos —planteé con una sonrisa traviesa.
—Cállate.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí.
—NO, NO, NO, NO —le saqué la lengua.
Elliot me enseñó el dedo corazón antes de pararse y dirigirse al baño.
Me recosté en la cama, ocupando todo el espacio.
—Stella, lo siento. Acompañé a Elliot a la boda de su padre y me olvidé por completo de ayudarte —dije en un audio. Se lo envíe y dejé el móvil a un lado.
Elliot regresó y se acostó a mi lado.
—¿A qué hora debemos dejar la habitación? —pregunté.
—Ahora, en quince minutos.
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10 reglas para no enamorarme de ti
RomanceStarlie Dickson siempre se esforzó por ser buena amiga. Siempre rompió reglas y cometió errores para ayudar o salvar a sus mejores amigas, incluso si eso le trajera problemas. Y el problema esta vez, fue Elliot Handler. El chico popular, estúpido...