2. El concierto

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Me despierto por el estúpido sol que entra desde la ventana, apuntando directamente a mis ojos.
¡Buena forma de despertar, eh! Maldito.

Me muero de hambre, esas son las consecuencias por no haber cenado.

Me paro con mala gana y cierro las cortinas. Demasiada luz para esta hora del día, recién me despierto.

Me estiro y salgo de mi cuarto, para encontrarme a Iker y a Jacob en la cocina. Bastante pegaditos el uno con el otro...

Mi sonrisa se ensancha con diversión y me dirijo a la encimera, donde me encuentro una taza de café. No dudo en adueñarme de ella.

—Buenos días... —saludo, suelto una carcajada cuando los dos se giran a verme con algo de susto.

—Solo eres tú —murmura Iker, aliviado.

—Solo soy yo —le guiño un ojo, para luego sorber el café.

—¡Ese café es mío! —protesta Jacob.

—Era —corrijo yo.

Dejo caer todo mi peso sobre una de mis piernas y sorbo una vez más el café.

—¿Anoche vieron una película? —me pregunta Iker mientras abre el lavavajillas.

—Sí, aunque ya me la sé de memoria —le paso la taza de café ya vacía.

Iker bosteza mientras deja todo en el lavavajillas.

—¿Cuál es la película que vieron anoche? —me pregunta Jacob.

—«¿Y dónde están las rubias?»

Iker asiente y Jacob hace una mueca de confusión.

—Nunca la he visto —comenta él.

Mis labios se separaron de la sorpresa y miro a Jacob con mala cara.

—¿Acaso estás loco?

—No me juzguen, nunca he sido de mirar películas.

—Vale..., no es una película tan normal. ¿Qué tal Spider-Man? —le pregunto.

Abro los ojos de par en par cuando él niega con la cabeza.

Me sobresalto cuando Iker se abalanza contra la encimera, colocando de golpe ambas manos sobre la misma.

—¿¡Nunca has visto Spider-Man!? —le grita a Jacob y yo suelto una carcajada.

—La conozco pero no la he visto... ¡dejadme en paz!

—Vale, vamos con unos clásicos —empiezo —, ¿Son como niños?

—Mhm, no...

—Okey..., ¿Diario de una pasión?

—No.

—¿Una esposa de mentira?

Niega con la cabeza.

—¿La La Land?

Noup.

—Vale, me estoy comenzando a desesperar —admito —. ¿Harry Potter?

—Ew, claro que no.

—¿¡No has visto Harry Potter!? —exclamo.

—Esa se la perdono, ni siquiera yo he visto Harry Potter —salta Iker.

—Están desquiciados, vayan al psicólogo. Debería ser un crimen no haber visto Harry Potter —protesto yo con indignación.

Los tres damos un respingo cuando Stella aparece por el pasillo cantando una canción a los gritos.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora