9. La venganza es dulce... o tal vez no

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Me ahogué con el agua cuando Ada me enseñó una foto desde su teléfono.

—¿Cómo es que sacan fotos tan... rápido? —se preguntó Stella mientras yo tosía —. Es decir, nadie los vió tomar esa foto.

—¿¡Han leído la descripción!? —exclamé —, "Starlie Dickson y Elliot Handler tuvieron sexo en un baño para discapacitados"

Ambas rompieron a reír a carcajadas mientras yo aún intentaba recuperarme de mi ahogamiento.

—¡No es gracioso! —me limpié los bordes de la boca llenos de agua —, ¡no he tenido sexo con él, y menos lo tendría en un baño para discapacitados!

—¡Nunca digas nunca! —añadió Stella.

Mientras ellas hablaban de mi novio falso sin parar, yo no paraba de bostezar al intentar hacer la tarea.

—Star, ¿a qué hora te has dormido? te ves... destruida —comentó Ada a la vez que me pasaba su corrector de ojeras.

—Gracias —. Saqué un espejo de mi bolso —, me he dormido a las siete.

—¿¡A las siete!? —exclamaron a coro.

—¿Has dormido dos horas?

Asentí mientras difuminaba el corrector sobre mis ojeras. Estaba tan cansada que ni siquiera me molesté en maquillarme antes de salir.

—¿Qué te has quedado haciendo? —preguntó Stella.

—Miré películas de Harry Potter con Elliot y, como me gustaron tanto, al regresar a mi apartamento me vi dos más yo solita.

—Ada sonrió —Siempre has odiado Harry Potter y cuando descubres que a Elliot le gusta, de pronto amas todas las películas.

Stella también sonrió. Ambas me observaban como dos diablillos traviesos.

—¡Me ha obligado a verlas! no fue algo que haya querido hacer yo —me defendí.

—¿Solo vieron las películas? —se atrevió a preguntar Ada. Realmente ella era una diablilla, incluso más que Stella. Es poderosa, siempre consigue tener y saber lo que quiere. Con esos ojos azules, esas pecas y ese cabello azabache, cualquiera lo lograría, aunque su personalidad también la hace única. Siempre va de frente.

Por otro lado, Stella es mucho más tranquila y tierna. Su cabello castaño claro hace juego con sus ojos verdes.

Yo soy la intermedio de ellas dos, en todo sentido, ya sea hablando de personalidad o físico. Ya saben, ellas son blancas y mi piel siempre tiene un tono bronceado, mis ojos son color miel y mi cabello es café con ondas.

—Sí. No hemos tenido sexo, Ada. Eres una pervertida.

Hice que riera.

—Debía asegurarme... Si tienes sexo, debes decirnos.

—¡Y lo haré cuando suceda!

Me encontraba de camino a casa. No había visto a Elliot en todo el día.

Me quedé unos segundos en la puerta de la universidad, mientras buscaba el móvil en mi bolso.

—¿Vas a casa? —oí que me preguntaron. Era Alexander.

—Sonreí —Hola. Sí.

—¿Quieres que te lleve?

—Oh, no hace falta. Pero gracias.

—¿Segura? es lo menos que puedo hacer por la novia de mi mejor amigo.

—De verdad, no hace falta.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora