3. La propuesta

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—¿Ayuda? —repite Ada, estupefacta —, ¿los chicos más famosos de la ciudad les ofrecieron su ayuda?

—Sí, pero nos pedirán algo a cambio —aseguro yo rápidamente.

—¿Y qué crees que sea eso? —pregunta Iker, interesado en saber —. ¿Nos harán vender nuestros culos y que nos volvamos todos prostitutos?

—Seguramente —respondo sarcásticamente.

—¿De verdad creen que las puedan ayudar? —salta Jacob a la conversación, con la boca llena de comida.

—No hables con la boca llena —protesta Ada.

—No hables con la boca llena —Jacob imita su voz.

Ada se para de la mesa con molestia y se dirige a su habitación. Iker se ríe a carcajadas cuando la ve retirarse.

—Eso espero —le respondo a Jacob —, porque el hate ha comenzado y a Stella le está afectado más de lo que creí.

Es cierto. La verdad es que Stella estaba feliz por el hecho de volvernos populares de esa forma, pero ahora ha cambiado de opinión sin pensarlo dos veces. El hate que recibimos es... realmente horrible. Se meten con nuestro físico e inventan rumores que no son ciertos.

Me levanto de la mesa y me retiro lentamente cuando noto que Iker y Jacob comienzan a hablar entre sí. Quiero dejarlos solos, jeje.

Cierro la puerta cuando me adentro en mi habitación. Me siento sobre la cama y me quedo mirando un punto fijo, pensando en una única cosa...

No me sorprendería que digas Elliot.

Cállate... no estoy pensando en él.

¿Segura? porque es lo único que haces.

Vale, sí estoy pensando en Elliot.

Llaman a la puerta y luego alguien entra, sonrío cuando veo que es Ada.

—Hola —murmura.

—Hola —murmuro yo.

Se sienta junto a mí y se queda en silencio.

—¿Cómo estás? —me pregunta.

—Bien, ¿y tú?

—También, pero me refiero a cómo estás luego de haber visto a Elliot.

—Ah... —me quedo callada un momento —, bueno, bien.

Ada me mira y me obliga a decir la verdad, como si ella supiera que no estoy bien.

Suspiro y me acomodo.

—Fue terrible —admito —, ni siquiera quería mirarme a los ojos. Me odia, y es en serio.

Ada suelta una risa patética.

—Es imposible que Elliot Handler te odie, Star.

—Hubieras visto cómo me habló.

—No te odia, solo está... molesto.

—Razón suficiente para odiarme.

Ada se deja caer sobre la cama y resopla.

—¿Lo sigues amando? —me pregunta.

Silencio.

—Por supuesto que sí —respondo sin dudarlo —, nunca he dejado de amarlo.

—No cabe duda de eso, no has estado con nadie desde que terminaron.

—Es que... —suspiro, estresada —, no puedo hacerlo, Ada. Siempre que lo intento termino comparando a la persona con Elliot y solo puedo pensar en él.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora