Epílogo

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La luz de la mañana se infiltra a través de las cortinas. Mi habitación está llena de cajas y maletas abiertas, ropa y objetos personales desparramados por todas partes.

Mis manos tiemblan ligeramente mientras doblo la última camiseta y la meto en la maleta. El nerviosismo se mezcla con la emoción en mi pecho, haciendo que mi corazón lata con fuerza.

Respiro hondo, cierro la maleta y me levanto, dando un último vistazo a mi habitación casi vacía, la misma que ha sido mi refugio durante tanto tiempo.

Sé que estoy a punto de embarcarme en una nueva aventura, pero eso no hace que dejar atrás todo lo conocido fuera más fácil.

Salgo del edificio con las maletas a cuestas, acompañada de Stella, Ada, Jacob, Iker y Elliot.
Al llegar a la calle, me encuentro con Aegan y Rhys, justo frente a la puerta de nuestro edificio.

—¿Qué hacen aquí? —suelto, sintiendo cómo una ola de emoción me inunda.

—¿Creíste que te dejaríamos irte sin despedirnos? —dice Rhys, dando un paso adelante y abrazándome con fuerza. Tardo en reaccionar porque los nervios me cuelan el estómago, pero termino por corresponder su abrazo con la misma intensidad.

Ada es la siguiente, con lágrimas en los ojos se acerca a mi:

—Te vamos a extrañar tanto, Star. Pero estamos muy orgullosos de ti —me rodea el cuello en un abrazo, rompiendo aún más en llanto. Los ojos se me cristalizan.

Iker, Jacob y Stella se unen al abrazo, quienes me dieron unas palmaditas en la espalda y sonrisas de apoyo.

—Eres una estrella, Star. Vas a brillar en la universidad y a donde quiera que vayas —me dice Stella al mirarme a los ojos y tomarme la cara con ambas manos.

Aegan se acerca a mi e intercambiamos un abrazo algo corto, pero fuerte también. Me dedica una sonrisa de orgullo y regresa a la par de Stella, abrazándola también debido a que no puede parar de llorar.

Finalmente, Elliot se acerca, sus ojos reflejan una mezcla de tristeza y alegría. Todo se vuelve más complicado cuando recuerdo que solo nos veremos a través de una pantalla durante varios meses. Al menos hasta que regrese.

Ambos nos alejamos un poco de los demás para poder estar a solas.

Me mira a los ojos y respira hondo.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco —admito —. Pero estoy emocionada también.

Noto que aprieta un poco los labios y reprime las lágrimas a toda costa. No deja de mirarme a los ojos, como si estuviera grabando en su mente cada detalle de mi rostro.

Al final, termina por rodear mi cintura y acercarme a él, envolviéndome en un abrazo reconfortante que me llena de fuerzas.

—Nunca dudes de ti misma, ¿vale? Sabes que tienes todo lo que necesitas para triunfar —susurra.

—Te voy a extrañar. Muchísimo —me paso el dorso de la mano por debajo de la nariz.

—También yo, Star. Pero estoy feliz de que vayas a cumplir tus sueños. No podría estar mejor.

Nos separamos un momento para poder mirarnos a los ojos.

Esta misma razón es lo que provocó que nos separáramos hace un año atrás: tener una relación a distancia. Y también mi falta de confianza. Prometimos confiar plenamente en el otro y también estoy segura de que, si es la persona correcta, va a funcionar de cualquier forma posible, ya sea estando a la distancia o no.

Y nunca dudé de que Elliot es la persona correcta. Mi persona.

—No podría haber llegado hasta aquí sin ti —murmuro —. Gracias.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora