13. The Last Time

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Me despierto abriendo lentamente los ojos.
Parpadeo contra la luz del sol que se filtra por la ventana. Siento la cabeza ligeramente pesada, como si hubiera dormido demasiado.

Me siento en la cama y me tomo un momento para orientarme. No comprendo qué es lo que pasa, lo último que recuerdo es que Rhys nos ofreció marihuana.

Luego, todo está en blanco.

He oído que la marihuana no ayuda demasiado a recordar las cosas. No me sorprende sentirme así de perdida.

Observo a mi alrededor, estoy en el cuarto de Elliot.

Me estiro y... Espera.

Espera.

Espera.

ESTOY EN EL CUARTO DE ELLIOT.

¿¡Qué diablos sucedió anoche!?

Me pongo de pie y de inmediato una ola de mareo me golpea, obligándome a aferrarme al borde de la cama para mantener el equilibrio.

Cierro los ojos un instante, esperando que la situación pase.

Sin duda alguna, he fumado demasiado anoche. No recuerdo sentirme así de mal la primera vez que fumé.

Me dirijo a la puerta y salgo de la habitación. Bajo las escaleras con cuidado y me adentro en la cocina.

Me encuentro con Iker y Rhys ya despiertos, sentados en las banquetas de la encimera.

—Buenos días, dormilona —saluda Rhys —. ¿Cómo te sientes?

—Pésimo —admito, sentándome también.

Rhys me pasa una taza de café y yo le sonrío antes de lanzarle un beso con la mano.

—Gracias. Estoy muy mareada.

—Es normal, solo necesitas un buen café —el pelirrojo me guiña un ojo.

—Iker asiente, dándole la razón y levantando su taza en un gesto de brindis —Bienvenida al club de los novatos.

—O sea, ¿tú? —cuestiono un poco divertida.

—Exacto.

Suelto una leve risa y le doy un sorbo al café.

—¿Dónde está...? —carraspeo —, ¿dónde está Elliot?

—Ha salido hace un rato —me responde Rhys.

Repiqueteo los dedos en la taza de café.

—Y... ¿qué sucedió anoche? —me atrevo a preguntar.

—Nada de lo que debas preocuparte... creo —me responde Iker.

Minutos más tarde, me encuentro de regreso a casa junto a Iker. Caminamos con pereza mientras el sol nos pega en la cara.

—Hoy habrá una fiesta genial —me comenta.

—Vale, pues, pasadla bien.

Él me mira con mala cara.

—No finjas ser responsable ahora, anoche fumaste marihuana y no recuerdas nada de lo que pasó.

—No finjo ser responsable, mañana comienzo a trabajar y no quiero tener resaca ni nada por el estilo —le informo.

Iker rueda los ojos.

—Aburrida. Por lo menos aparécete una o dos horas, no empieza demasiado tarde.

Lo miro de reojo.

—¿A qué hora empieza?

—A las nueve.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora