39. La rueda de la fortuna

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Maratón
2/4

Agosto se me estaba haciendo eterno.

Dos días después de aquella noche, de la discusión con Elliot y Ada, me encontraba totalmente destrozada.

No había vuelto a hablarles, a ninguno de los dos.
Y tampoco tenía la intención de hacerlo.

Stella se había puesto de mi lado sin pensarlo dos veces, ella sabía que yo tenía razón.

Le había contado todo lo que escuché, no tardó en enojarse con ellos también.

Los demás también me apoyaron, Iker, Jacob y Liam.

Los últimos tres días había dejado de comer nuevamente.

No paraba de pensar en la conversación que había escuchado, en que me lo habían ocultado por tanto tiempo. Todavía era algo que no podía creer.

Me lo esperaba de cualquiera, menos de Ada.

Me sentía como una mierda, Ada se había convertido en mi Olivia.

Por otro lado, no tuve más opción que contarle a Stella lo que me estaba pasando con la comida, necesitaba que ella me ayudara, ya que Elliot no podría hacerlo más.

Al pasar una semana sin Elliot, comencé a ir al psicólogo y a una nutricionista luego de que Stella lograra convencerme.

Me pasé días y noches llorando por Elliot. La ruptura me había dolido tanto como la traición de ambos.

No paraba de recordarlo y había pasado apenas una semana desde entonces.

Dicen que el tiempo lo sana todo, pero cada que pasaban los días me sentía peor. Con menos ganas de salir o hacer cosas que antes me gustaban.

Por suerte, últimamente había estado comiendo un poco mejor. La nutricionista y la psicóloga me ayudaban bastante.

Pero Elliot no había parado de llamarme, lo que me destruía todavía más. Nunca atendía el teléfono.

—Sonreí —Hola, Stella.

—¿Cómo has estado? ¿comiste?

—Asentí —Almorcé una ensalada con pollo.
Aunque, a ser sincera, no estaba demasiado rico.
No condimenté bien la ensalada.

Stella se rió ante mi comentario y se sentó sobre mi sofá.

Ella suspiró al verme mejor.

—¿Estuviste llorando? —preguntó.

—Solo un poco...

—No vale la pena que desperdicies las lágrimas por esos dos, Star. Debes salir adelante.

—No puedo. No paro de recordar a Elliot, todo lo que pasamos..., tampoco paro de recordar la cara que hizo Ada en ese momento, cuando la descubrí. Me causa impotencia saber que me lo ocultaron por tanto tiempo.

—Te entiendo completamente. La mejor manera de olvidar todo eso, es distraerte. Tienes que salir, Star, diviértete.

Negué con la cabeza.

—No puedo. Estoy haciendo cualquier cosa e invaden mi mente.

Stella suspiró a la vez que me abrazaba.

Limpié una lágrima con el dorso de mi mano, obligándome a no llorar más. Realmente lo intentaba.

El tiempo pasaba y yo me sentía cada vez más deprimida. A veces comenzaba a llorar de la nada.

Cuando soñaba con él era lo peor.

O cuando me recordaba a mí misma riendo con Ada, sabiendo que durante esas risas, ella me ocultaba eso.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora