15. La cena pendiente

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Por la mañana, me desperté en el sofá de Elliot.

La primer imagen que invadió mi mente fue la de Tomas abusando de mi. No podía parar de pensar en eso, no podía olvidarlo. No podía olvidar lo asustada que estaba y no podía olvidar lo segura que me sentí en los brazos de Elliot anoche, y saber que quería volver a abrazarlo a pesar de lo que me dijo me hacía sentir como una completa idiota.

Realmente la vida estaba en mi contra. Cuando por fin decidía tener una puta cita luego de tanto tiempo de andar soltera y sin intereses amorosos, resulta que el tipo era un maníaco psicópata con complejo de Joe de la serie "You". Qué suerte la mía, eh, de verdad.

Me dirigí a la habitación de Elliot y me asomé por la puerta, estaba dormido. Me dediqué a mirarlo durante unos segundos. Se veía tan tierno.
Hasta parecía un angelito, lo cierto es que era todo menos eso. Anoche estuvo a punto de matar a una puta persona solo por... .

Llamé a un cerrajero y esperé a que llegara. Cambió rápidamente la caradura de mi puerta y por fin pude entrar para pagarle y recuperar mis llaves.

Regresé al apartamento de Elliot para llamar a su puerta y avisarle que ya podía entrar a mi casa, pero la puerta ya estaba abierta.

Me encontré con Elliot. Estábamos frente a frente.

—Carraspeé —Hola.

—¿Por qué no me avisaste que te ibas?

—¿Por qué debería? De todas formas, solo estuve con el cerrajero.

Hubo un silencio que pareció infinito.

—Star, escucha.

—¿Qué? —murmuré sin mirarlo.

—Siento lo que te dije anoche.

—No, está bien, tienes razón —me giré a verlo —. Basta de esto.

—¿De qué hablas?

—De esta relación falsa. Se acabó. Las cosas se nos están yendo de las manos.

—Star, no...

—Tú lo quisiste en primer lugar —me adelanté en decir.

—No me refería a esto.

—Bueno, yo sí lo hago. Te veo luego —cuando intenté irme, Elliot me detuvo por la muñeca.

—¿Que se nos está yendo de las manos? —repitió —. ¿De qué mierda hablas?

—¡De lo de la otra noche, Elliot! —me acerqué —, me subiste sobre la puta encimera y estuviste a nada de besarme, ¡y yo también estuve a punto de besarte! No podemos simplemente ignorarlo y fingir que nada ocurrió, porque ambos sabemos bien lo que queríamos hacer.

—Si ninguno de los dos quiso hablarlo antes fue por algo, Starlie. Ambos estábamos molestos. Lo que pasó fue un error. No volverá a ocurrir, nos dejamos llevar por el enojo y punto.

—¿Enojo? —solté una risa burlona —, enojo... Claro.

—¿Qué? —soltó.

—¿¡En serio le vas a echar la culpa al puto enojo!? ¡ambos aprovechamos el momento! Querías besarme... Admítelo de una vez.

—Mira, sea cual sea la fantasía que te hayas creado en la cabeza, acaba con ella. Lo que ocurrió ha sido un error. No va a volver a pasar. Jamás —aclaró.

—No tengo ni una puta fantasía contigo, Elliot.

Me fui de su apartamento. Comenzó a seguirme mientras se quejaba, pero al llegar al mío le cerré la puerta en la cara, sin intenciones de que siguiéramos hablando.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora