Me encuentro en la sala de espera del consultorio médico, pronto llegará mi turno. Soy el número setenta y cuatro, la pantalla de turnos enseña que van por el número setenta, por lo que toca esperar un poco más.
Después del accidente de anoche, Stella y Ada se preocuparon tanto por mí que insistieron en traerme al hospital para que puedan controlarme y asegurarnos de que todo está en orden. Aunque ya me siento mejor, me convencieron de hacerme un chequeo por precaución.
Espero estando sentada, abrazando mis propias piernas, las cuales tengo subidas sobre el asiento.
Observo los posters en las paredes sobre prevención de enfermedades invernales.—Deberíamos denunciarla —menciona Ada, mordiéndose las uñas con nervios.
—Dejemos el tema —suplico, cansada —. Quizá solo fue un accidente, y no tengo ganas de meternos en más problemas.
—Pudo haberte matado, Starlie —insiste ella al girarse para mirarme. Esta vez suena más seria.
—Ada tiene razón —salta Stella —, fue muy peligroso. No comprendo cómo es que fue capaz de tirarte.
—Yo me tropecé, no me tiró —aseguro.
—Es, literalmente, lo mismo —protesta Ada —. Sus intenciones eran que cayeras a la piscina.
Suspiro, acomodándome mejor sobre el asiento y abrazando todavía más mis piernas. La verdad es que me siento apagada, y no por el accidente.
«¿Con quién crees que fue a consolarse cuando lo dejaste solo?». Esa frase retumba en mi mente siempre que intento distraerme. ¿Acaso eso fue lo que sucedió? Si es que fue así, ¿por qué Elliot nunca me lo comentó?
Tampoco me siento del todo segura al confiar en las palabras de Olivia, ella es capaz de decirme cualquier mentira con tal de hacerme sentir mal.
—Star —oigo de pronto. Ada me mira con preocupación.
—Lo siento —murmuro yo —. ¿Qué has dicho?
—¿No escuchaste nada? ¿Estás bien?
—Sí —miento —. Estoy cansada, no te preocupes.
Noto que Stella y Ada intercambian una mirada, pero finjo no haberme dado cuenta. Tienen ojos en la cara, saben cuando estoy bien y cuando estoy mal. Pero me doy cuenta de que no quieren insistirme.
El médico por fin me llama y entro en el consultorio. Después de contarle lo sucedido y de una revisión minuciosa, el médico me asegura que no hay signos de hipotermia y que he tenido mucha suerte de no sufrir consecuencias graves.
—Te recomiendo descansar unos días más y evitar exponerte al frío extremo —murmura mientras anota cosas en un papel. Me lo entrega y esboza una sonrisa tranquilizadora —. No hay nada de qué preocuparse, estarás bien.
—Vale. Gracias —tomo el papel y salgo del consultorio. Me congelo al ver a Elliot en la sala de espera. Está hablando con las chicas, parece preocupado. No le había comentado que vendría a hacerme unos chequeos.
Suspiro y me acerco a ellos mientras me recojo el cabello en una coleta despeinada.
—Star, ¿estás bien? ¿Qué te han dicho? —me pregunta Stella al verme. Elliot también me mira, pero yo evito mirarlo a los ojos. Eso parece confundirlo.
—Dijo que todo está en orden —les comento mientras leo el papel que me entregó —. No hay nada de qué preocuparse, dijo que tuve suerte.
ESTÁS LEYENDO
10 reglas para no enamorarme de ti
RomanceStarlie Dickson siempre se esforzó por ser buena amiga. Siempre rompió reglas y cometió errores para ayudar o salvar a sus mejores amigas, incluso si eso le trajera problemas. Y el problema esta vez, fue Elliot Handler. El chico popular, estúpido...