10. Las chicas del baño

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Lunes nuevamente.

El domingo no había hecho más que dormir y comer. No me había visto con nadie ni tuve la intención de hacerlo. Estuve algo decaída.

Por otro lado, mi herida seguía doliendo.

Me encontraba armando mi bolso para la residencia, como siempre, ya que nunca lo armo una noche antes (me odio por eso).

Salí del apartamento con una tostada en mi boca y tardé en darme cuenta de que Elliot estaba allí, mirándome.

—Oh, hola —murmuré mientras cerraba la puerta.

—¿Te sigue doliendo?

Bajé mi mirada a mi abdomen, el cuál estaba cubierto por una blusa. No me pude poner ningún top ni nada corto ya que se notaba demasiado y no quedaba muy lindo que digamos.
Lo único corto que vestía ese día, eran mis shorts.

—Sí. Se ve terrible.

Salimos del edificio y me obligó a subirme a la motocicleta.

—¡No quiero, Elliot!

—Starlie, estamos llegando tarde. Sube a la maldita moto y llegaremos más rápido.

—Vamos en coche.

—¡Es más rápido en motocicleta!

—¡No me importa llegar tarde! —comenté.

—Pues, a mi sí me importa. Sube si quieres que te lleve.

Me senté detrás de él mientras ponía los ojos en blanco.

—Te detesto —murmuré.

—Y yo a ti.

—Yo te detesto aún más.

—Seguramente.

Llegamos a la residencia y me bajé de la motocicleta ignorando las malas miradas de todos. Eran insoportables, todo el tiempo metidos en las vidas de los demás.

Mientras nos dirigíamos a la entrada, lo vi a Jack. Por instinto me alejé un poco, asustada, pero seguí mi rumbo. Aunque algo desconcertada cuando lo vi mejor.

Al prestarle mayor atención a su rostro, le vi un enorme moretón en el ojo derecho. Sin mencionar cómo me estaba viendo, me mutilaba con la mirada. Parecía que me quisiera asesinar ahí mismo, delante de todos.

Me siguió con la mirada hasta que desaparecí junto a Elliot cuando entramos.

—¿Lo has visto? —dije.

—¿El qué?

—El moretón que Jack tenía en su ojo. Se veía muy mal.

Elliot se encogió de hombros.

—No lo había visto.

Nos acercamos a mi casillero y Elliot esperó a mi lado mientras terminaba de sacar mis libros.

La gente pasaba y nos observaban cada vez peor.

—¿Cómo te fue en el examen de la otra vez? nunca te pregunté.

—Sonreí —Bien, respondí todo. Solo había una cosa que no sabía.

—Qué raro, y eso que te tiré malas ondas antes de que entraras.

—Me reí —Sí, recuerdo bien tu: "¡Suerte en tu examen, ojalá lo repruebes!"

La mirada de Elliot se centró en alguien que estaba algo lejos de nosotros dos. Me giré para ver qué era.

De pronto, tiró de mi cintura hacia él delicadamente y me besó en la frente.

Quedaste fascinada, eh. Lo demuestra tu cara.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora