12. Jugando con fuego

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—No puedo creer que te hayan suspendido por tener sexo en la universidad —comentó Stella con una sonrisa divertida.

—Yo no puedo creer que tuve sexo con Elliot —mentí.

—¿Estuvo bien? —Ada partió un pedazo de bizcocho de arándonos y se lo metió en la boca —, tiene pinta de que sí.

—Me reí un poco —Bueno, estuvo bastante bien.

—¿¡Y se volverá a repetir!? —preguntó Stella, entusiasmada.

—No lo sé... hoy voy a su casa.

Ambas intercambiaron una mirada coqueta la cuál provocó que riera.

—Cambiando de tema, ¿ya estás mejor? —me preguntó Ada.

—¿Mejor de qué? —pregunté, soplándome las uñas recién pintadas de esmalte negro.

—Hablo de lo de Jack...

—Oh... sí, estoy mejor. Aunque me sigue doliendo.

Ambas volvieron a intercambiar una mirada. Esta vez no pude deducir de qué tipo de mirada se trataba, pero se veían algo felices.

—¿Qué? —pregunté.

—¿Recuerdas el... moretón de Jack? —comentó Stella.

—Ajá.

—Bueno —continuó la pelinegra —, ¿sabes quién se lo ha hecho?

—No, no tengo idea. ¿Por qué?

—Suspiró —Starlie, piensa. Le contaste a Elliot lo que Jack te hizo y al día siguiente el gillipollas apareció con un ojo morado.

—¿A qué quieres ir con todo eso? —consulté confundida.

—Star, Elliot lo golpeó.

Silencio.

La expresión de mi cara cambió completamente al escuchar eso.

Me quedé asimilando esa última frase, «Elliot lo golpeó». No podía ser...

Oh, si, eso pasó.

Eso explicaba el comportamiento que tuvo Elliot cuando le conté lo que me hizo Jack. Se veía tan... molesto.

No lo podía creer.

—¿Cómo lo sabes? —solté.

—Bueno... hay un video. Lo subieron a la página de chismes de la universidad.

Oh, mierda.

Stella me entregó su móvil y le di play al video.

Se le podía ver a Elliot acorralando a Jack contra la misma pared dónde me acorraló él a mí.

—¿Tú te atreviste a tocar a Starlie? —preguntó.

—Sí, ¿y qué? ¿Vas a golpearme para defender a tu noviecita?

Jack se rió a carcajadas con sus amigos. Parecía no tenerle miedo a Elliot.

—¿¡Te parece gracioso!? —exclamó Elliot a la vez que lo sujetaba cada vez más fuerte.

Mi cara demostró únicamente impresión.

—Wow, wow, cálmate, Handler.

—¡No me pidas que me calme, joder! ¡Has golpeado a mi puta novia!

Mi corazón se frenó por un instante.

Cuando Elliot lo soltó y Jack estuvo a punto de correr, lo volvió a sujetar y lo golpeó en la cara.
Me tapé la boca, atónita.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora