4. La fiesta de Alexander

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Paseaba por los pasillos de la residencia en busca de mis amigas cuando vi como a lo lejos Elliot me hacía un gesto con su mano, diciéndome que fuera hacia él. No me esperaba que fuera tan rápido, estaban todos allí: mis amigas, otros estudiantes y... en una esquina, estaba Alexander Macauley.

Mientras más me acercaba a Elliot, más iba preparándome mentalmente para lo que pudiese llegar a pasar.

—Hola, Mentirosa.

—Eres rápido —sentencié.

—Así soy, dijiste que debían creerme.

—Si de esta forma te creerán, entonces sigue así.

—Lo iba a hacer de todas formas.

—Te lo tomas bastante en serio.

—Hicimos un trato, ¿no es así? —murmuró —, me tomo muy en serio los tratos.

—Ya veo. —Suspiré — Debo ir con las chicas, recuerda...

—Hablarles de ti a mis amigos —completó por mi —, lo sé.

—De acuerdo. Despídete de mi como siempre haces.

—Te toca a ti, hice eso ayer, dos veces.

—Pero... debe verte tu amigo —insistí entre dientes.

—¿Y si no lo hago?

—Elliot Handler, te voy a asesinar.

No se movió.

—¡Elliot! —exclamé en un susurro exasperado a la vez que le golpeaba el hombro.

—De acuerdo, de acuerdo. Cálmate.

Jaló de mi cintura hacia él y me besó la mejilla.

Al alejarme un poco, mantuvo sus manos en mi cintura.

—Realmente te odio —aseguré.

—Y yo a ti, novia falsa —ironizó.

—Te veo luego. Procura no acostarte con otra durante el plan —bromeé mientras me alejaba.

Me dirigí a mis amigas, quienes observaban todo a lo lejos.

Cuando las saludé, le eché un vistazo a Elliot y pude ver como Alexander hablaba con él. ¡Eso es!

—¿¡Ya están juntos!? —me preguntó Stella, entusiasmada. Ada daba pequeños saltitos de la emoción.

—Me reí —Cálmense, todavía no ha pasado nada —aclaré.

—Tú lo dijiste, Star: «todavía».

Pude notar como unas pocas personas me miraban y susurraban cosas. Algo es algo.

Lo bueno es que en esta universidad los rumores vuelan. Cuando comiencen a contar que me vieron con Elliot, no tardarán en pensar que estamos juntos. Y más cuando comencemos a estar cada vez más y más cerca el uno del otro.

Íbamos media hora de clase en el salón de filosofía. Estaba tomando nota cuando de pronto mi móvil vibró. Al ver la pantalla, vi una notificación de Elliot. Lo bueno fue que mi móvil estaba justo al lado de Stella. Mi amiga me miró con una amplia sonrisa.

Cogí el móvil y abrí el mensaje.

—¿Finges tomar nota o realmente lo haces?

Elliot no iba a mi misma clase, ¿cómo sabía lo que estaba haciendo? Fue en este instante cuando lo descubrí.
Busqué un indicio de Elliot con la mirada, hasta que lo vi fuera del salón, apoyado contra una pared mientras sostenía su móvil en las manos y miraba la pantalla. Desde su punto de vista, podía verme a la perfección. Y yo a él.

10 reglas para no enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora