029 - CORAZÓN NEGRO

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 CAPÍTULO VEINTINUEVE

DEREK SALVATORE


Los focos alumbran la entrada tras media hora de espera en la que he estado impaciente ennegreciendo los pulmones. Las dudas terminaron, está aquí al igual que hace tres años con una sútil diferencia, ya no es mi amiga, es mi mujer.

Baja del Alfa Romero tras que el chófer le abre la puerta.

Si no me mata el pecho, matará la polla al conservar el traje de policía con el que huyó de su acto vandálico.

—¿Viene a detenerme, agente? —me regala sus ojos.

—No tengo esposas.

—Yo sí.

Agacha la cabeza acercándose y trato de comprender que puta barbaridad he dicho para que se asuste, cuestión que queda en el olvido cuando se para delante y vuelvo a tener su azul de regreso. Introduce las manos en mis bolsillos buscando quien sabe, consiguiendo un cepillo de dientes y el dentífrico. Los analiza como si fueran novedad en su vida.

—¿Qué haces con esto?

—Son tus aliados, Bird. No comeré las babas de otros —sigue reparando en los dos objetos —Es esto o mi polla en tú boca, no sería la primera vez.

—No lo mates, por favor —esas son palabras incorrectas, las buenas dirían algo al estilo; tócale un pelo y te arranco las pelotas —No está bien.

—Tú hermano no está bien, el vecino no está bien. ¿Alguien está cuerdo cerca de ti?

—Atraigo problemáticos.

—Y yo soy el peor —la falta de respuesta me cabrea, ya que está omitiendo un claro sí que agradecería manoseando sus buenas nalgas —Lavate esa repugnante boca que tengo hambre. Ya conoces la habitación.

—Si —susurra muy flojo.

Me quedo afuera para seguir pudriendo mis pulmones para que estén a la altura del cerebro cuando no encuentro mi tabaco. Busco en todos los bolsillos y nada, estaba fumando un segundo. No puede ser. Maldita manipuladora, que ganas de chuparme los huevos tiene.

Voy a por ella al cuarto de baño de la habitación. Fuma, olvidado de su misión con los dientes.

Este comportamiento es tan suyo.

—Dame una calada.

Fumo mientras sostiene el cigarro, lo sigo haciendo encargándome del cepillado de sus dientes y la posterior aplicación del labial, antes de decantarme por una chupada en su dedo índice. Salada. Ni se ha duchado y viste de agente, apresurada por un encuentro o de una huida. Es Navidad, quiero quedarme con la primer opción, pecar de idiota y soñar con su enamoramiento.

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