075 - JAULA

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CAPÍTULO SETENTA Y CINCO

SORAYA AGUILAR


La celebración es lo mejor que hay después de haber finalizado un plan que ha salido a la perfección. El disparo era predecible. Alessandro, Derek, Hugo y yo conocíamos esa parte. Así que Mordisquitos nunca fue solo, engañó a Darley al decir que Hugo estaba durmiendo. No se enteró que les seguía de cerca.

Al fin la bomba explotó.

Habíamos pensado varios escenarios, hasta pensamos armar el caos el día de la boda. Llegar al extremo fue una idea rechazada por Derek. La mafia roja tiene el color por la sangre derramada de sus enemigos y, aunque él quedará ileso tras matar al último ruso, no significa que nosotros sí. No iba a correr el riesgo.

Ahora queda cancelar la boda. Derek ya lo tiene calculado, aunque aún no ha compartido el plan queriendo disfrutar del momento. Lo único que ha dicho es que no piensa destruir la mafia rusa como ocurrió con la italiana, a ellos los quiere y tiene la seguridad de proclamar que serán sus aliados.

Hora de la fiesta.

Alessandro disfruta del restaurante como el que más, Hugo va más despacio cortando la carne con la vista puesta a Derek, solo cuando corta, como si fuera una amenaza a raíz del mosqueo. Que supiera del ataque no significa que le hiciera gracia, aún si su chico se regenera hay dolor, y él no quiere que sufra, cosa que entiendo, yo tampoco quiero que sufra. Ni él, ni Derek. Sin embargo, era un requisito que Alessandro había aceptado mucho antes de que yo lo supiera.

Él está feliz por la pareja.

—Intenta comer algo de carne —me dice Derek.

La carne y yo seguimos enemistadas.

—Tú deberías comer más verduras —pincho un espárrago y se lo acerca —Está por tú hermosa mujer. Di. Aaaaah.

Mastica sin protestar.

—Tomarás suplementos.

Antes de los postres, Derek ordena cava, llena tres copas del dorado espumoso, menos la de Alessandro, a él zumo de uva.

—Quiero hacer un brindis —anuncia Derek levantando la copa y le seguimos los demás —Por los planes, los compinches y los buenos finales.

—Y por los cuchillos —añade Hugo y Derek suda frío.

—Solo bromea —le digo.

Chocamos las copas.

El postre es una gigantesca tarta de muerte por chocolate elaborada en mi cafetería y un pequeña de chocolate negro y sin azúcar añadido para Derek. La mayoría cae al estómago de Alessandro, menos lo que queda en sus labios, esas van para Hugo que lo limpia con la lengua ignorando las protestas.

CONTROLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora