013 - ENCUENTROS

13.4K 1.3K 712
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


CAPÍTULO TRECE

DEREK SALVATORE


TRES AÑOS ATRÁS

FINALES DE NOVIEMBRE


Vivir es complicado. Mi mayor enemigo es la vida, irónicamente, vivo. O mejor dicho, estoy enfocado sobre eso, una novedad considerando que antes de mi último cumpleaños apenas existía. Antes de aquel día aspiraba a mantener una rutina que logré con esfuerzo; rindiéndome ante caprichos sociales y triunfando laboralmente, mientras vivía en la casa de mi progenitor. Me daba igual vivir con Enzo, aún siendo un viejo repulsivo sin aptitudes paternales, la mansión es la modernización de un castillo, tan enorme que a veces no llegaba a verlo, al igual que con Damián y Giovanni. No obstante, después de la celebración, al llegar con la salida del sol, necesité irme.

Los Salvatore somos una familia de maldiciones y malas decisiones, y yo necesitaba romper con el vicio oscuro. Al completo. Haber elegido la informática, creando mi propia empresa, fue un principio. Un acto rebelde. Más considerando que soy el sucesor de Enzo. Aunque era insuficiente. Cualquier cosa lo era. Hasta que apareció la puta hija del demonio a cagarse en mi mierda de existencia.

Al punto. Me mudé. Cambié la mansión del viejo por la de mi hermano mayor. Fue tan repentino que me fui con la básico, motivo por el cuál hoy regreso, para recoger lo restante ante la ausencia de Enzo.

La edificación me recibe con un silencio fúnebre y sin presencia de cucarachas a lo largo del trayecto hacía mi habitación. Encuentro a Giovanni sobre la cama, ridiculizado con peluca rosa y vestido pasteloso. Juega a muñecas como si fuera una mocosa de cinco años.

—Hermanito —saluda y lo ignoro.

Odio más los malditos parásitos que habitan en su cabeza que las cucarachas. Gracias a ellos me quedo sin hermano.

Dirijo la vista a las cajas de una esquina. Estuve hablando con Nana para que preparara las cosas. Ella propuso que me las llevaran para ahorrar eventos incómodos, aún así me negué a que las cucarachas tocarán mis cosas, prefiriendo esperar a que Enzo se largará de viaje.

Cargo el todoterreno bajo la atención de Giovanni, me persigue en cada ida y venida, arreglando cada tanto el vestido y sujetando una de sus muñecas. Si no fuera suficiente con el parásito, descubro a Damián tras una columna, tembloroso y sin ser capaz de darme su puñetera cara. Comparte la cobardía con las cucarachas.

—Esfúmate —doy espacio a Damián y huye.

Lo más trágico de los villanos no es su final, sino su existencia. Y yo soy uno por la sentencia de mi sangre.

CONTROLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora