053 - EL TRÍO DEL CAOS

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CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES

DAMIÁN SALVATORE


TRES AÑOS ATRÁS

MARZO


Me mantengo en posición fetal. En la esquina más alejada a la puerta de la celda en la que llevó semanas encerrado, sufriendo la suerte de un condenado, apaleado. día sí y día también, por tres trabajados Salvatore y bajo la supervisión de la mirada fría de Enzo Salvatore. Quién es mi padre más no ejerce está presente en cada castigo para asegurarse que no haya misericordia por mis suplicas, solo él decide la dureza, los descansos y cuando alimentarme mientras recuerda mi crimen.

Cambie mis obligaciones por un día con Soraya. Afortunadamente, no sabe que fue por ella.

Tiemblo descontrolado y me ahogo al oír las pisadas que tengo identificadas por ser las de Enzo. Viene acompañado de dos hombres.

En ningún momento alzo la cabeza.

—Espero que hayas aprendido la lección, hijo mío. Tú obligación es serme leal como un perro sin dejarme en evidencia —uno de los hombres me lanza una manta maloliente. No corro a cubrirme manteniéndome quieto y expuesto —Eres libre. Por ahora. Ayudad a mi hijo.

Se retira riendo siniestro.

Cada día le tengo más miedo.

Los hombres me tienden la mano y me cubren con la manta cuando estoy de pie. Acto seguido, soy llevado a mi habitación, mi segunda jaula, a pesar que por aspecto son como el día y la noche.

Al rato llega Nana cargada con una bandeja de abundante comida y un botiquín, así que, a pesar de su regaño, me muevo rápido para vaciar sus manos sin que soporte peso innecesario.

—Deberías pedir que cargaran por ti —le digo y achina los ojos.

—¿Insinúas que soy vieja?

—Oh, Nana. Yo no he dicho eso. Solo...

—Hasta que no reviente mi corazón no puedes llamarme vieja.

—Que yo no...

—Mejor no digas nada que ya has dicho suficiente —su espíritu juvenil puede conmigo. Menos mal que es inteligente, porque este lado no está presente frente a mi padre sin que se convierte motivo de castigo o muerte —¿Prefieres primero asearte o comer?

—Me gustaría recuperar mi móvil.

Antes de ser encerrado tuve el tiempo suficiente de entregárselo a Nana para que lo escondiera de Enzo.

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