036 - ACUERDOS INNEGOCIABLES

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

SORAYA AGUILAR


Hace tres días que es imposible contactar con Hugo, hace tres días que las llamadas a Derek y Máximo son enviadas al buzón de voz, hace un día pude hablar con la novia de Damián y deje un mensaje contundente. Tendría que estar aquí. Prometió que iba estar conmigo, ayudando.

Las lágrimas siguen bajando a medio construir, pronto serán invisibles dado a la siguiente sequía por derroche, claro que eso no impedirá que mis ojos sigan hinchados, me quemé la nariz por exceso de mocos, las pupas del labio por deshidratación y la cara general de mapache.

Ya estoy odiando el año y lo acabamos de estrenar. 

—Mierda —se queja Alessandro.

Aparto las lágrimas buscando a mi chico pequeño enfrente de la nevera. Yo no digo nada, pero sus heridas sanaron mágicamente, así como las anteriores veces en que ha resultado herido. Somos buenos fingiendo ser necios.

—Tengo hambre —digo, adelantada a su siguiente protesta —Iré a comprar. Necesito salir antes de ser asfixiada por las paredes. Y tú. A ti te necesito aquí por si aparece alguno de los cretinos.

—Acabaremos en malos términos.

—Son unos salvajes. Pero si te ponen la mano encima, ordeno que los meten en la mazmorra y rellenen las cuencas de sus ojos con alfileres. Cosas más macabras han pasado en ese lugar.

—¿Cómo?

—Voy a comprar.

—¿Qué mazmorra? —luce pálido y confuso, aunque yo tampoco lo entiendo.

—¿Quién habla de una mazmorra? —está por decir algo, pero sella los labios sin ser productivo —No tardaré. Te pediría que te comportes, pero ya aprendí que esa petición no funciona con mis chicos.

—Perdóname.

—Eres el último que debería disculparse. 

 

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