CAPÍTULO SETENTA Y CUATRO
DARLEY CRAIG
Creí tener amigos. Después de cuatro días sin que ninguno de ellos diga nada referente a Máximo estoy enojada con nuestra amistad, a excepción de Alessandro, pero a él no le dicen nada. Saben que me lo diría. Es incapaz de dejar a alguien llorando como lo hacen ellos.
Se pasan de malos.
Pensé en escaparme en algún momento y llegar a casa, ellos pensaron que lo pensaría colocándome a Hugo. Me sigue a todos lados. Los pasillos de la universidad están empapados por las babas que sueltan las estudiantes, también babearon por Derek, y son las mismas que muertas de envidia esparcieron el rumor de que soy una zorra y que juega a dos bandas.
Hugo al escucharlo lo empeoro.
Ya no juego a bandas, ahora me los folló a la vez, teniendo la vagina quemada a causa de un exceso de tríos. Me gustaba más la versión de la mojigata virgen, aunque no sea cierta, me identifico como tal.
Bajo del coche.
A pesar de la distancia ya siento en mi cabeza los murmullos y percibo las miradas en mi trasero de un grupo de pitos.
Antes ya era mirada como si olfatearan mi pureza rota, ahora el número de mirones ha incrementado porque las relaciones sexuales con una promiscua son menos problemáticas que el lloriqueo de una virgen.
Han sido días muy frustrantes.
Me giro pegando el culo en la carrocería y abrazo la mochila ocultando su segunda visión favorita. Hasta me visto con más ropa sin que eso los frene.
A su lado el baboso de Gaspar resultaría un ángel si no fuera porque casi me obliga a tocar su minúscula.
Hugo apoya la mano bruto sobre el coche causando mi pequeño susto, se inclina hacía mí tapando a los mirones y a un dedo de mis labios.
—Mi pequeña puta —se burla de la situación —Desde esta posición pareces completamente entregada. ¿Qué diría el cabrón helado si supiera de lo nuestro? Cierto, él está ocupado con el banquete de mañana.
Olvido los rumores dirigiendo el malestar hacía la boda y el banquete previo. Aprieto con fuerza la mochila. Me quema de pensar. Solo de saber las noches que han compartido quiero llorar.
Tiene que haber pasado algo entre ellos, aún cuando el team Sorek presume de haber bloqueado los posibles encuentros sexuales, me esquivó cuando reuní todo el valor que tenía para confesarme con un beso. Puse el máximo esfuerzo, tan es así que cuando Hugo me mostró la grabación no pude intentarlo de nuevo. Quise creer que la confesión de Máximo era producto del alcohol.
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CONTROL
Misterio / SuspensoUn juego, dos bandos; Indecisos y Controladores. Soraya vive su peor época. Sus padres murieron, su hermana la odia, su cuñado la sobreprotege, su vecino la esquiva, un fotógrafo la acosa, los problemas financieros aumentan... Siempre añadiendo alg...