076 - REUNIÓN

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CAPÍTULO SETENTA Y SEIS

DEREK SALVATORE


Invado el Apocalypse cerrado directo al área reservada para familiares, aun cuando los ricachones han sido intercambiados por mis amigos esta sección es prohibida para ellos.

Colocando el dedo en un lector de huellas se divide una falsa pared exponiendo un surtido de armas. Aparte de en nuestra casas, cada instalación importante dispone de un propio arsenal oculto al público, fabricado por Máximo y suficiente para protegernos de un gran ataque, aunque en este caso, tras salir desarmado, solo requiero de dos pistolas y diez balas.

Introduzco los proyectiles de uno. Cuento en voz alta tratando de apaciguar la calentura por cabreo que arrastro desde el follamigos, aunque no es por el término que no me pilla por sorpresa, sino que es por el momento, por la presencia de los rusos que me exprimen las pelotas aún cuando mi socio está en su país, por su bien y por el bien del negocio le conviene.

—Señor, ya han llegado —me avisan desde el final de las escaleras.

De camino aquí he avisado de la necesidad del equipo de limpieza especialista en cadáveres, también me he comunicado con el portavoz de los psicólogos para que reuniera el grupo para una última reunión.

Tan listos que ninguno fue capaz de decir que el miedo era una ilusión que provenía de mí, tan listos que hice cosas espantosas a mi mujer, tan listos que ninguno de los métodos eran necesarios, tan listos que hicieron lucir mi lado más estúpido creyendo en su diagnostico erroneo.

Aferrado a un clavo ardiente.

Al bajar visualizo a Damián detrás de la barra sirviendo tragos para Daniela y Samiya, aunque está última pide agua. Hubiera preferido que estuvieran con Soraya, debería ser más exigente en cuanto su seguridad, pero ella siempre logra convencerme en cualquier aspecto. Además de que está en nuestro territorio. Si algún ruso se atreve a pisar el suelo que nos pertenece su organización convertirá lo que debe ser un gesto pacifico en una masacre.

—Oye, Derek. ¿Y esos quiénes son? —pregunta Damián por el equipo que espera al principio de la sala.

—Los psicólogos.

Daniel retrocede resbalando a los pies de Damián a los que se abraza con un temblor llamativo. Samiya se pone seria, supongo, siempre tiene ese modo activado como si mi hermano no la follara suficiente.

—¿Ocurre algo? —pregunto frotándome la cabeza con la boca de una de las pistolas.

Damián logra agacharse abrazando a su pareja que rompe a llorar. Mientras lo hace me brinda una mirada cabreada que decido ignorar. El comportamiento de mi cuñada me indica que tiene pánico a los profesionales, algo que nunca hubiera adivinado considerando su loquera ejecutando a hombres temibles, sin embargo, es en ese comportamiento en el que halló la respuesta. A eso le adjunto los cambios bruscos de humor.

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