051 - EL NIÑO SOLDADO

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CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO

HUGO DE LEÓN


TRES AÑOS ATRÁS

MARZO


La música es mi mayor consuelo, a pesar de ser empleada en los festivales más sangrientos, también la uso para equilibrar el revuelo que siempre me acompaña dentro de la cabeza. Al borde de la locura me mantengo mínimamente estable por ella. Y, considerando que mi cerebro es puré, es mucha la influencia que causan las canciones como para que no haya fallado jamás en combate.

Mi perdición es el rock antiguo, aunque no le doy asco al moderno, ya que es el género por excelencia de la manada.

Los licántropos tienen facilidad por la música. Nacieron con el don para cantar a la luna, sin embargo, al pasar los siglos, adaptados al sistema, empezaron a compartir el don con el mundo para conseguir dinero para mantener a las manadas. Más del cincuenta por ciento de los cantantes son lobos. De ese porcentaje el ochenta son grupos. Y estos datos son la mayor tocada de pelotas para La Orden.

Sería extraño que miles de cantantes murieran en circunstancias más que cuestionables. No pueden extinguir a los licántropos desde las sombras sin que no haya consecuencias.

Aunque hay otras razas que no cuentan con la misma fortuna. Como ejemplo; vampiros y nigromantes.

Los vampiros los mato la arrogancia y codicia. Erradicados por La Orden y los inhumanos. Creían que podrían mandar sobre los inhumanos considerando que el trono estaba vacío, sin embargo, su ambición les provocó un exceso de enemigos. Y, referente a los nigromantes, nadie sabe como la realeza murió en manos del enemigo. Después de trescientos años hay muchas versiones de lo que sucedió, aunque todas coinciden en un punto; traición.

Independientemente a cuál sea la historia, La Orden fue a por los reyes creyendo que así controlarían al pueblo, no obstante, lo único que obtuvieron fue el aumento de la ira y el odio. Empeorando la guerra.

Nadie recuerda con exactitud cuando inició. Ni los motivos. A día de hoy existe porque nos negamos a morir. Y, después de tanto, a pesar de que La Orden está formada por humanos, hay que ser muy estúpido para infravalorar al enemigo.

Me muevo por la ciudad con los cascos del walkman. Una reliquia de la época en que me maldije. Tengo escasos recuerdos de aquel entonces, tenía cuatro o cinco años y ya era un hijo de puta sádico.

Ignoro el panorama bailando camino a mi cita.

A medida que avanzo sacudiendo las caderas y cantando como si fuera un lunático, cosa que soy y se vuelve evidente cuando aparecen los cadáveres. Esparcidos por el suelo. Sin cabeza, desgarrados, apuñalados, disparados... Hay muchas formas de que se te caguen. Yo he sido espectador de las peores. Y mi predilecta, como no podía ser otra, son las decapitaciones.

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