𝚇𝙸 𝙲𝚘𝚗𝚏𝚒𝚊𝚗𝚣𝚊

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𝚇𝙸 𝙲𝚘𝚗𝚏𝚒𝚊𝚗𝚣𝚊

𝘚𝘪𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘢𝘯𝘻𝘢, 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴.

Khun terminó por colocarle la peluca rubia a Porchay después de varios intentos para que quedara lo más natural posible

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Khun terminó por colocarle la peluca rubia a Porchay después de varios intentos para que quedara lo más natural posible...

– Te digo, pastelito... no te ves nada mal siendo rubio –

Chay hizo una mueca, definitivamente nunca pensaría en cambiárselo a aquel color, una vez se lo tinturó de azul y tuvo que pasar casi dos meses visitando el peluquero para que volviera a nutrirle el cabello porque quedo muy maltratado.

Las cosas que uno hace por un desamor... 

– Cuídate hoy, Porchay – dijo Khun dandole un abrazo

Chay asintió con una sonrisa nerviosa – Lo haré, phi – le besó la mejilla y salió corriendo por el corredor hasta el sótano, o más bien el cuarto de armas donde todos los que asistirían a la misión se encontraban.

Kinn estaba ayudando a Porsche con su chaleco antibalas, cuando lo vieron llegar, el moreno suspiró, angustiado.

– Dios, Chay... – caminó hacia él – Ese color no te queda

Chay soltó una risita – Lo sé, tonto – golpeó su hombro – Estaré bien, hia. Tengo todo el plan en mi cabeza, no te preocupes.

Porsche inhaló, asintiendo – Bien – palmeó suavemente su mejilla de forma cariñosa y volvió con Kinn.

Chay caminó hacia Kim que estaba revisando las armas que llevaría encima. Chay miró todas las armas extendidas encima de la placa de metal, habían de corto alcance, de largo alcance, mortales, y modificadas... los Theerapanyakul tenían un arsenal por lo menos para diez guerras.

– ¿Te sientes bien? – preguntó Kim después de un rato.

Chay asintió – Un poco nervioso – admitió porque era Kim al final del día.

– Es tu primera misión, es normal –

Kim estiró su brazo desnudo para alcanzar una pistola, llevaba una camisa sin mangas negra, un pantalón del mismo color, una piernera en el muslo derecho, Chay detecto un cuchillo, una linterna, y un arma corta. 

¿Alguna día se acostumbraría a eso? 

Bueno, Chay... ya no había camino de retorno. 

– ¿También estabas nervioso la primera vez que fuiste a una? – preguntó Porchay – Nunca... hemos hablado de tu trabajo aquí.

Kim cargó una Kimber de mango negro – Porque no tenía un trabajo aquí, al menos no uno tan serio – dijo Kim, inhaló – Ahora parece que sí.

– No entiendo...

AMOR ES AMOR - KIMCHAYWOLFIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora