𝚅𝙸 𝙻𝚕𝚎𝚐𝚘 𝚕𝚊 𝚝𝚘𝚛𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊

299 45 30
                                    


𝚅𝙸 𝙻𝚕𝚎𝚐𝚘 𝚕𝚊 𝚝𝚘𝚛𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊

𝘓𝘢 𝘵𝘰𝘳𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘯𝘰 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘢... 𝘢 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘴 𝘱𝘦𝘰𝘳.

El corazón de Chay temblaba adentro de su pecho cuando se levantó aquella mañana de miércoles, ¡Dios mío! Las pesadillas volvían esporádicamente, a veces soñaba que lo secuestraban, a veces que su madre desaparecía de nuevo, a veces que Porsche moría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El corazón de Chay temblaba adentro de su pecho cuando se levantó aquella mañana de miércoles, ¡Dios mío! Las pesadillas volvían esporádicamente, a veces soñaba que lo secuestraban, a veces que su madre desaparecía de nuevo, a veces que Porsche moría... a veces eran efímeras y no tardaba en despertar, otras veces era imposible abrir los ojos.

Sentado en la cama, sintió que se estaba ahogando, necesitaba salir de allí. Se colocó ropa cómoda, y salió de su cuarto dispuesto a hacer ejercicio, era lo que mas le ayudaba para disipar la mente y no pensar constantemente en lo que soñó.

En el ring estaba vació, así que hizo un poco de cardio, luego abdominales y flexiones de pecho, no contó las repeticiones, decidió que ese día pararía hasta que estuviera agotado. Se colocó las vengas negras y comenzó a golpear el saco.

Chan le había dicho una vez que la mejor forma de sacar las frustraciones era golpear el saco con los puños cargados de aquello que nos está molestando, de aquel dolor que nos pincha el alma o de aquel sentimiento que nos está ahogando, durante los primeros meses sirvió, realmente sirvió a pesar de que Chay terminara llorando en la lona del ring. 

Golpeó firmemente el saco de boxeo, uno, dos y tres veces, luego repetía la rutina e incrementaba una patada, dolía... pero era mejor eso a recordar porque las pesadillas comenzaron cuando se mudo a ese lugar... porque su vida cambio y como la mafia prácticamente destrozó todo lo que conocía.

A veces sentía remordimiento contra Porsche, hoy era un día de esos... si tan solo él no se hubiese enamorado de Kinn las cosas serian diferentes... quizá... aunque no hubiese conocido a su madre al fin, aunque... ella ni siquiera parece acordarse verdaderamente de él, a duras penas suelta palabras cuando está Porsche.

Golpeaba el saco cuando recordó su niñez. Paso tantas carencias... vio a su hermano sufrir día y noche para llevar comida a la mesa y para pagarle su educación, para salvar a su tío de las deudas... y sin embargo, ese vacío que sentía Porchay era tan desesperante. Goleó por última vez el saco...

– No deberías golpear el saco sin guantes –

Porchay se tenso de pies a cabeza, esa voz... esa bendita voz... no podía ser cierto. No ahora. No así. No él. 

Cerró los ojos con fuerza antes de tomar todo el valor necesario para girarse y verlo del otro lado de ring apoyado en una columna, Dios... no había cambiado nada. Era el mismo Kimhan de siempre, cabello oscuro bien peinado, cadena en el cuello, chaqueta de cuero encima de una camisa negra, pantalones oscuros, botas cortas y esa mirada fiera y profunda... aquella mirada que ponía a Chay de rodillas si se lo pedía, en aquel entonces... y justo en ese momento su corazón palpitaba sin parar reconociendo aquella voz y aquella mirada... 

AMOR ES AMOR - KIMCHAYWOLFIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora