¡Bienvenue, Daniela!

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Pov Poche

-¿Estás segura de que sabes manejar?-Calle me preguntó preocupada.

-No manejo desde que tenía 14 años. Aún recuerdo que la primera vez que lo hice mi papá bajo del automóvil y besó el piso-Le dije mirando de reojo su cara de asustada. No lo pude evitar y solté una carcajada.

-Amor, sé sería, me asustas-ella chilló.

-No es del todo cierto, si se manejar, pero no me gusta porque me pongo muy nerviosa por eso jamás he comprado un auto y siempre prefiero ir en taxi o a pie-le confesé y ella asintió más tranquila.

-¿Iremos a tu depa o al mío?-ella me preguntó.

-A ninguno de los dos-le respondí y ella me miró confundida.

-¿Y entonces?

-Iremos a la delegación, Mario no puede salirse con más suya, pondrás tú denuncia y él se va a pudrir en prisión-dije aún molesta por pensar en lo que él le hizo a Daniela.

-Yo quería matarlo con mis propias manos-ella dijo como si le hubiera echado a perder la diversión.

-No permitiría que te manches las manos de sangre por culpa de ese gusano.

Ella asintió y continúe el trayecto hacia la delegación. Me dolía mucho lo que había hecho Mario, yo lo considere por varios años como mi amigo, mi hermano, él siempre cuido de mi, me brindo su amor y su amistad y ahora intenta dañar a la persona que yo más amo. Quizá sea mi culpa por haberlo votado de mi vida así como así, pero él quería de mi algo que yo no le podía dar. Yo no tengo control de mis sentimientos y tampoco le dictó a mi corazón a quien amar. Solo espero que el tiempo que pasará en prisión le ayude a reflexionar y que vuelva a ser él Mario lindo de buen corazón y no esté impostor con síndrome de villano.

Calle hizo la denuncia respectiva por homicidio en grado de tentativa. Los oficiales nos dijeron que actuarían en el momento y que irían a arrestar a Mario.

-Despues de todo este drama ¿Podemos ir a comer un helado?-ella me preguntó y yo asentí.

-¿De que sabor lo deseas?-Le pregunté sujetando su barbilla con mi mano y dándole una sonrisa.

-De fresa-ella me dijo como una niña pequeña y consentida.

-Para mi novia lo que desee-suspiré profundo.

Me detuve un momento a dellatar cada parte de su rostro, Daniela es demasiado hermosa y algunas veces me parece un sueño que ella sea mi novia.

-Merci, Mademoiselle-ella me respondió frunciendo los labios.

-Je t'aime, Madame-le dije mirando con deseo sus labios

-Je t'aime, Mademoiselle-ella me respondió sin quitarme la mirada de encima.

Tenía miedo de lastimarla al besarla, así que me acerque lentamente y tome sus labios con suavidad, creyendo que con los míos podía alivianar su dolor.

-No dejaré que nadie te vuelva a lastimar, eso te lo aseguro-le dije pasando mis manos sobre su cabello, ella cerró sus ojos, tomo mi mano izquierda y la besó.

-Se supone que la que tiene que cuidarte soy yo-ella me respondió y yo negué.

-Lo nuestro es mutuo, así que ambas nos cuidaremos-Le respondí.

-¿Hasta viejitas?

-Hasta viejitas-afirme y ella sonrió.

Arranque el auto con un poco de nervios pero supe disimular para que ella no se sintiera nerviosa e insegura conmigo. Manejé a una velocidad moderada hasta que llegamos a la heladería más cercana.

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