Hola, este capitulo lo dividí y aproveche para hacer algunos cambios, ya que al cambiar la fuente en el borrador me aparecía que excedí más páginas de las que suelo escribir. Supongo que debido a eso los últimos capítulos se han vuelto largos y no quiero hacerlos largos y tediosos.
Gracias por su atención! Disfruten su lectura <3
Dean había recogido el desastre que hizo con el espejo, levantó los pedazos y se alejó de este. Ahora sólo estaba cuarteado.
Él se encontraba resolviendo su libro de matemáticas con más calma, cuando unos brazos lo rodearon en un abrazo.
—Ha pasado tanto tiempo —dijo aquella voz.
Él se giró, a la vez que apartaba rápidamente aquellos brazos flacos, por lo sorprendido que se encontraba.
Sus reflejos abandonaron su cuerpo al ver que se trataba de la persona que lo traumó de por vida. Su abuelo paterno estaba ahí.
Dean se petrifico, aquel hombre le hablaba pero él estaba en shock. Se hizo a un lado, y cayó al suelo, pero aunque estuviera en una posición poco favorable, comenzó a retroceder con las manos en el suelo.
—Cálmate, no te haré nada —dijo el anciano qué evidentemente no ayudaba a Dean a hacerlo. Se acercaba lentamente cada vez que él se alejaba.
El anciano pudo tocar una de sus piernas y Dean gritó. Lo único que pudo hacer fue apartar su mano con fuerza, pero no logró levantarse, su cuerpo apenas reaccionaba a sus impulsos.
Lana —quien había llegado con los demás a la casa— estaba por abrir la puerta emparejada, cuando por el pequeño hueco vio lo que pasaba.
«¿Quién es ese?», pensó su hermana.
El anciano estaba bien vestido con un traje negro y un sombrero, tenía el cabello grisáceo y una complexión algo robusta por los músculos. Sin embargo, toda esta fachada no evitaba su presencia oscura.
La escena no era nada común, para empezar, nunca vio a su hermano así, ni siquiera ante su padre. Ella se extrañó de aquel hombre, en ese momento sólo pudo pensar en su identidad, pero planeó intervenir, cuando vio que tocaba a su hermano y él reaccionaba feroz.
Lana se preparó para entrar, sin antes pensar en hacer demasiado ruido al tratarse de un extraño en casa, para que de este modo, todos corrieran a la habitación.
Es cierto que aún estaba dolida, sabía que Dean era una persona difícil, pero a ella llegaban todos los momentos felices que pasaron juntos como para no abandonarlo. Quizá el mostrarle que lo quería y estaba dispuesta a defenderlo lo haría menos violento con ella y con su amiga.
Lana abrió la puerta, y se aventó sobre Dean qué no salía de su trance y sólo lloraba. Al ver el rostro del anciano, Lana entendió por qué aquel extraño había pasado la seguridad de la mansión, el porqué lo habían dejado entrar, y sobre todo el que Dean se comportaba así. Se trataba de su abuelo paterno, ese que había hecho algo horrible a Dean, o eso era lo que su madre le contó, al encontrar una foto de su rostro cortado en el álbum familiar.
—¡Alejate de mi hermano! —gritó Lana qué intentaba tapar todo el cuerpo de Dean con sus brazos y así apartar los intentos de agarre que quería hacer el anciano hacia él.
Su abuelo se detuvo y sonrió ante la advertencia tan insignificante qué le representaba Lana.
Le extrañó completamente su presencia, hasta que pensó en lo que había gritado. Si ella era su hermana, era su nieta. Una niña que alguna vez cargó en brazos.
Miranda llegó a la habitación corriendo.
—¡Maden! —lo llamó, antes de que se fuera de la casa.
Miranda apartó a Lana y a Dean del anciano y los puso detrás suyo.
—¡¿Qué haces aquí?! —gritó Maden qué se puso a la altura del anciano una vez que entró a la habitación. Los abuelos maternos se acercaron a los gritos asustados.
—¿Qué pasa? ¿No se los dijeron?
—¿Qué cosa?
—Me dejaron libre.
Todos en la habitación se miraron sorprendidos.
Maden maldijo en silencio. Sabía que su padre ofreció una gran suma para que lo dejaran libre, ellos eran una familia pudiente así que encontró la forma de salir, a pesar de que él intentó recluirlo ahí el mayor tiempo posible.
Empezó a pensar sobre su llegada, él no pudo abrir la puerta o pedirle a los guardias qué le abrieran porque esperarían qué tenga cita previa. Fue cuando el auto fuera de la gran casa tuvo sentido. Su madre le había permitido la entrada junto a ella, quizá esperando que lo recibieran bien.
—¿Y mi madre? —preguntó.
—Estaba en la cocina, ahora no sé dónde esté.
La madre de Maden apareció en silencio detrás de él, impresionada de como todos rodeaban a su esposo y como Dean estaba en el suelo con Lana abrazándolo.
—Cumplí algunos años de mi condena. Si vengo aquí es para pedir perdón.
—Aquí no tienes nada que hacer —dijo Miranda con la quijada tensa.
El anciano se sorprendió por el trato y miró a su hijo esperando que le pusiera un alto a su esposa.
—Yo sólo vine con mi familia.
—Y los dos optamos por eso —habló la madre de Maden —Venimos a hacer las paces.
Maden se giró y miró a su madre con odio.
—Si te vas a poner de su lado, puedes irte con él. Todos acordamos qué él estaba muerto para la familia.
—Maden, no puedes hacerle eso a tu padre.
—Pero yo sí —dijo Miranda.
La familia la miró fijamente.
—Exacto —respondió Maden —Y si no vas a respetar lo que acordamos para mi hijo entonces puedes irte con él.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...