38. Distorsión

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Ebi estaba recostada sobre su cama. Ella dirigía sus ojos hacia el celular esperando alguna notificación de Lana, pero no había contestado desde ayer en la noche.

«¿Acaso dije algo malo?» se preguntó un poco triste.

Sabía que contarle un poco de cómo vivía su día a día en la escuela había depositado un poco de liberación para sí misma, ya que esperaba ser acunada por la amistad que tenía

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Sabía que contarle un poco de cómo vivía su día a día en la escuela había depositado un poco de liberación para sí misma, ya que esperaba ser acunada por la amistad que tenía. Lo esperaba con ansias, pero tal vez se había excedido de confianza, lo que a su parecer incomodó a Lana.

Pensaba que quizá tenía que leer más libros de autoayuda. Tenía la intención de ser una buena amiga, no por nada en la semana se había comprado un libro de cómo hacer amigos o había visto vídeos que la ayudarían a hablar. Aquella herramienta le había servido para no reservarse en su totalidad —aunque no hablaba como quisiera debido a su timidez— y hasta ahora, que había conseguido una amistad con Lana y Minerva, no podía evitar pensar en poner en práctica lo poco que había aprendido para agradarles. Sin descartar a otras personas en su escuela, puesto que, si había aprendido bien, podría hacer nuevas amistades y eso haría que la traten bien o la quieran.

Ebi miró nuevamente su celular y se levantó.

«¿Y si se olvidó de contestar?» pensó, mientras se acercaba a su cuaderno de dibujos que estaba sobre su escritorio y le tomaba una foto para enviarla.

“¿Hice este dibujo hace tiempo, te gusta c:? Te podría prestar mi kit, y podríamos dibujar algo juntas” le escribió en un intento de que se acordará de ella.

Salió de su chat y observó el último mensaje de Minerva: “Hola…¿Qué fue lo que pasó hace rato :(?”.

Ayer no contestó su mensaje, ni hablaron después de que Dean las interrumpiera luego de tener la entrevista. Ebi solo tomó su última clase y se dirigió a casa.

Tenía que admitir que la había ignorado a propósito, no quería dar una explicación larga, no quería que Dean se enterara, pero al mismo tiempo quería que supiera que la había ahuyentado por su bien. Estaba en ese dilema antes de su entrevista, sin embargo, aunque hubiera querido hablar en persona, no sabía cómo comenzar sin ser tan evidente de lo que le hacía él tenía que esconder su nombre. Se sentía agotada mentalmente, y por ende, decidió irse del lugar.

“Hola” escribió Ebi, algo dudosa.

—¡Ebi! —gritó Adam —. ¡Ya está por llegar el chofer!

Ebi suspiró.

Adam le había comentado que su padre se había estado sintiendo mal. Todo pasó a ser más preocupante para ellos cuando el viejo mandó a llamar a toda la familia, con el mensaje de que hablaría sobre su testamento. Lo que acarreó duda en los Keynes para saber a quién le iría mejor en la entrega de bienes, todos deseaban su mansión y algunos terrenos.

Ebi alegaba a la idea de tener que ver a esa familia, era casi lo mismo que estar con Adam, solo que la ventaja que tenía de estar en Amtoba es que podía encerrarse en su cuarto en compañía de Nieve.

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