Ebi esquivó el balón que se dirigía hacia ella impulsado por una de sus compañeras. Todos clavaron sus miradas deseosos de ver el impacto, pero ella fue lo bastante rápida para no darles la alegría de haberla lastimado. Sin embargo, los próximos 28 tiros no iban a fallar, y comenzaron a lanzar uno tras otro. Los impactos eran seguros, así que se cubrió con sus brazos intentando proteger su pequeño cuerpo, y esperó poder esquivar algunos, pero no fue posible. Todos los tiros a la vez formaban una barrera que llegó a ella repetidamente.
—¡Deformada! —vociferó una de sus compañeras.
Ebi siguió corriendo para evadir las pelotas que poco a poco disminuían en cantidad. Quitó el brazo de su cara para visualizar mejor su entorno, sólo quedaban unos pocos en posición de disparo. Sus manos flaqueaban y sus ojos se empañaron.
Se alejaba lentamente de ellos, que sonreían ante su evidente miedo.
Para ellos, Ebi era una persona estúpida e insignificante. Su existencia poco agraciada y su cuerpo hasta los huesos la hacían la burla perfecta.
Uno de sus compañeros corrió hacia ella, Ebi se alertó y trató de huir a la salida, pero su intento fue frustrado por sus piernas que temblaban de miedo y su compañero que aprovechó el suceso para sujetarla del cabello y aventarla al suelo. Cayó de rodillas, pronto todos se acercaron para rodearla.
La presencia de Ebi se achicó ante todos los monstruos que la tenían sometida.
Sus compañeros estaban comenzando a formar una barrera. Al sentirse atrapada, no podía pensar en cómo evitarlo y cubrió su cabeza. Se humilló ante sus compañeros dándoles superioridad, sólo era ella quien estaba en el escenario.
Se abrazó buscando consuelo en sí misma, pero no le era suficiente, después de tantas humillaciones no sentía nada en ella, así que recargó su cabeza deseando desaparecer y puso sus manos sobre su cabeza mientras éstas temblaban. Era tanto el miedo que comenzó a sollozar y a llorar.
«¡Maldita sea! ¡No llores, estúpida!» Se reclamó a sí misma, sabiendo que les daba la satisfacción.
—¡Está llorando! —anunció uno de ellos al escucharla
Ebi estaba colérica. Quería terminar aquel suceso y dejar de escuchar sus risas. Se tapó los oídos para desaparecer el dolor, pero al escuchar su "yo interno", solo le recordó lo atrapada que estaba, tanto física como mentalmente. Se volvió presa de sus compañeros y de sí misma, de su alma que estaba acostumbrada a lloriquear y a atormentarse en silencio cada noche sin dar una sola señal a los demás de su tristeza por una ventanilla que nadie se atrevía a mirar: sus ojos. Esos ojos que decían todo y a la vez nada.
Ebi le rezó a un supuesto Dios durante su agonía, pero de nada funcionó. Ella seguía ahí, sufriendo. En ese momento se sintió más estúpida, por haber recurrido a algo así, nunca funcionaba. Siempre estaba sola.
Uno de sus compañeros tomó su agua de limón que estaba sobre una de las gradas y quitó rápidamente la tapa para regarla sobre ella. Los demás se rieron.
Ebi se quejó del agua con un pequeño grito, pero no se movió y siguió presionando sus manos contra su cabeza buscando hacerse pequeña. Parecía como si directamente le hubieran lanzado la inminente gota de su agria vida. No sentía solo el ardor en sus ojos, sentía más que eso. La realidad, su realidad, la que le decía a gritos lo que era: una marginada.
—¡Dean! —gritó la multitud emocionada.
Por un momento las risas se silenciaron. Ebi quería morir en ese instante. Sabía que el líder había llegado, el causante de todo esto.
Ella apretó sus manos hacía su cabeza con más fuerza, mientras poco a poco su respiración regresaba por haber escuchado tan solo su nombre.
La puerta del gimnasio se cerró con un potente ruido que suavizó a la tropa sin haber dado una orden.
Está vez lo único que se escuchaba eran los sollozos de Ebi. Ella, al saber que a Dean le molestaba que arruinaran de ese modo su entrada, se intentó callar. Él estaba delante de ella esperando que lo mirara directamente a los ojos, y con todo el temor que tenía Ebi, lo hizo.
—¿Qué hice?— dijo ella con voz quebrada a causa de su tristeza.
El grupo comenzó a murmurar intentando ridiculizar a Ebi por su pregunta.
En realidad ella no hizo nada, nada que haga enojar a alguien de ese modo el primer día de regreso a la escuela.
Ebi miró hacía una de las cámaras rogando que alguien supiera lo que pasaba, pero parecían no estar prendidas.
—¿Acaso te dije que puedes hablar? —amenazó Dean.
Hola! 😊
Gracias por leerme, espero que la historia los entretenga. Si les gusta lo que leen por favor voten y comenten (incluyendo críticas) así me animan a seguir :D
Remarco que no soy profesional, y aún me falta aprender sobre la literatura pero espero que mi novela les guste y los sorprenda, así como a mí, mientras tendía mi cama y la idea llegó salvajemente. Denme una oportunidad 💙.
-DenniZ.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...