Ebi se encontraba al fondo del enorme jardín de la escuela, pareciendo esconderse de todo aquel que viniera a reposar sobre el césped.
Tenía dos motivos para estar ahí antes de iniciar sus clases del día, el primero era evitar contacto alguno con Adam, que estuvo casi toda la noche esperando a que saliera de su habitación para sacarle información sobre su padre, el segundo era porque Minerva la había citado para darle una sorpresa.
Parecía un día acelerado, el clima estaba fresco, pero con nubes tapando el sol de vez en cuando, alumnos corriendo de un lado a otro y algunos rodeando a Falis de manera salvaje por un pequeño concurso que había abierto inscripción.
Quizá todo esto era común, pero Ebi estaba vulnerable a cada cambio repentino del día, hasta sentía que la luz que a ratos se iba era reflejo de su sentir. Agotada mentalmente por la familia de Adam, estaba en trance, como si una granada al ser activada aún no explotara.
Estaba evadiendo el problema, no tenía intención alguna de hablar con él, pues sabía perfectamente lo que él le diría. La situación como tal la ahogaba, pero si lograba respirar un poco es porque había encontrado un lugar tranquilo, un lugar que no había visto antes así, por Dean, ahora que se lo había quitado de encima podía refugiarse en otro lugar que no fuera su habitación.
El ambiente de la escuela se había calmado —al menos con ella—, aunque tenía que admitir que esto no evitaba que su cuerpo y manos temblaran de ansiedad, que ahora, eran secuelas comprendidas.
Sí, había encontrado un lugar de escape, y aún así, esto no la hacía del todo feliz, porque sabía que alguien más estaba sufriendo.
Ella levantó la mirada, cansada, vio como Uniel y Joe tomaban de los brazos a Enzo, que si se observaba con atención se podía notar que algo le dolía, como si lo hubieran golpeado antes.
Se extrañó de no ver a Dean entre ellos, normalmente cuando se trataba de hostigar era el primero en tomar a la víctima del cuello, pero no daba señal alguna. Y el no verlo le daba miedo, sentía que en algún momento aparecería delante suyo para golpearla.
Veía como Enzo bajaba la mirada y se perdía en el suelo blanquecino que podía apostar reflejaba unos ojos derrotados. Aquel reflejo que antes se defendía con valentía y que ahora, sólo manaba un rastro carmesí de su fosa nasal que limpiaba repetidamente para no delatarlos.
Ebi suspiró.
Si iba directamente con algún profesor para avisarles sobre Enzo, se convertiría nuevamente en el objetivo de la indiferencia, así que dudaba en hacerlo, tenía un trato, claro que, esto la hacía consciente que el quedarse callada la hacía cómplice. Pero jamás habían interrumpido una golpiza a cambio de un trato, mucho menos Dean.
¿Y sí la indiferencia era necesaria para salvarse a uno mismo? Ella no quería ser esa persona que se callara las injusticias. Pero constantemente se preguntaba si el egoísmo era la respuesta ante la situación. ¿Era una tontería alzar la voz por alguien que no lo haría por ti? Ebi sentía que ser empático era una maldición. ¿Ponerse en el lugar de otro para actuar te hacía más humano? ¿O más tonto?
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...