Dean y su hermanita se recostaron sobre la manta tendida en el césped. Lana lo ayudó a acomodarse con cuidado por la herida en la pierna.
Decidieron salir de casa e ir a un parque de la zona, la mañana les resultaba fresca. Todo era muy incómodo en su casa, su madre no hablaba más que con Lana y su padre no había regresado desde aquel día.
Sólo ellos dos, sin decir algo ante aquel silencio, se tomaron la mano y se miraron.
—Lo siento.
Las palabras acariciaron lentamente los oídos de Lana. Dean jamás se había disculpado antes por sus acciones, pese a que situaciones tensas como esta ya se habían presentado antes en el núcleo familiar. Quizá su presencia tocó su corazón y se arrepintió, pero aunque fuese así, seguía sin encontrar una razón suficientemente fuerte para que Dean le causara problemas a su papá. A él no le faltaba nada —pensaba ella— tenía una familia cariñosa, muchos amigos, era un buen estudiante y jugaba bien fútbol.
—Todos te queremos—dijo Lana—. ¿Por qué odias a papá?
Dean miró el cielo. Tenía un motivo: él engañaba a su madre. Pesé a que su padre siempre ha hecho las cosas medianamente bien con él, sabía que la persona que menos merecía daño de su parte era su madre.
Su madre hizo que su padre se alejara de la familia paterna al saber que el padre de su esposo abusaba de su hijo, sugirió la terapia para que su esposo dejara de ser violento y buscó un pueblo donde Dean pudiera rehacer su vida.
—No lo odio.
Lana observó a Dean esperando una respuesta más larga, pero su mirada seguía perdida y el silencio cesó.
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Ebi esperaba afuera de la sala de maestros, un poco molesta. Le daba igual si Adam se presentaba en la escuela, estas pláticas ya habían sucedido y sólo dejaban el mismo bucle entre Adam y ella: Silencio. Se cruzó de brazos y miró al suelo mientras se recargaba en la pared.
A petición de la señorita Agnes, el señor Keynes había sido mandado a llamar para una pequeña plática sobre el comportamiento de Ebi y de paso ser informado del programa anti-bullying con en que contaba Julieta Tam.
Después de un rato. Adam salió acompañado de Agnes. Ebi se acercó para escuchar la plática.
—Lo tendré en consideración, maestra. Muchas gracias.
—Agradezco mucho su visita. Sé que está ocupado, pero se tenía que hablar de este tema.
—Lo sé muy bien. Espero que esto no meta en problemas a la escuela.
—Puede ser. Es algo delicado.
—Lo sé. Sólo esperemos que Ebi no quiera llamar la atención.
Agnes se puso seria y lo miró por un instante.
—No —intervino Ebi —Yo no soy cómo mi hermanita.
Adam se detuvo. Sabía por dónde iba Ebi, lo estaba provocando. Él solía tener cuidado con la gente de su alrededor, principalmente por el cargo importante que manejaba y la imagen que daba al resto de personas. Pero estos ataques no los toleraba bien.
Agnes se percató de la tensión entre ambos.
—Bueno…Señor Keynes gracias por…
—Exacto, no eres como ella.
—Sí, para empezar estoy viva.
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Lana y Dean desayunaron algunos pasteles que llevaron para su “día de campo”. Después jugaron algunos retos: abrieron sus cuadernos de dibujo y ambos decían una palabra al azar para ver quien era el que dibujaba mejor o se intercambiaban el cuaderno para mejorar el dibujo.
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VÍCTIMA
Roman pour AdolescentsEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...